Por Júpiter

¿Qué va a hacer con tanto capital? ¿Terminar con el hambre en el mundo? ¿Buscar curas para las enfermedades? No, esas son cosas de multimillonarios más humanos, como Bill Gates. (Al contrario de lo que piensen los profundamente ignorantes, como Miguel Bosé, el fundador de Microsoft es una fuerza del bien.) Tampoco va a adornar su casa con grifos de oro, como el dictador Nicolae Ceausescu, ni con leones y elefantes disecados como Juan Antonio Roca, el cómplice de Jesús Gil, porque es demasiado tacaño. (Según el político Bernie Sanders, muchos de los empleados de Amazon ganan tan poco que necesitan ayuda gubernamental para hacer la compra.)

No, lo que le interesa a Jeff Bezos es el espacio y por eso fundó la compañía Blue Origin, dedicada a desarrollar viajes en cohetes por allá arriba. Podría comprar Júpiter, que, 300 veces más grande que nuestro planeta, es de un tamaño más adecuado para acomodar su cuenta corriente. A solo 620 millones de kilómetros de distancia (dependiendo de la fase de su órbita, por supuesto) podría llegar allí en una de sus naves espaciales justo en 13 meses. Una vez aterrizado, podría mirar al cielo, y contemplar aquel insignificante puntito azul en el Norte. Eso es la Tierra, donde ha pasado toda la historia humana… Cristo, Buda, Alá, Cervantes, Toro Sentado, la bomba atómica, el Real Madrid, los Beatles, y tantas cosas más. Y quizás, por fin, Mr Bezos entendería que él mismo, más las ventas online de su negocio, no son nada en la gran escala universal.