Consulta la portada de El Norte de Castilla

'El juego del calamar' se ha convertido en la serie más vista de la plataforma Netflix. El secreto de su éxito se esconde en la desigualdad, las miserias y la ruina de unos pocos en beneficio, se supone, de otros.

Publicidad

En la pantalla, 'el ... calamar' va aplastando, aniquilando en realidad, a quienes siempre pierden y mantiene con vida a otros grupos que van imponiendo su fuerza o su habilidad en juegos que delimitan la fortaleza de cada uno de ellos.

Y ahí, la realidad del propio juego. Siempre pierden los mismos, los más débiles, los arrinconados, los pobres, los que cometen más errores, los que no saben jugar sucio, los que caen en las trampas y quienes se hunden cuando la carrera se hace más complicada, muy cuesta arriba.

En ese juego de calamidades Netflix podría haberse ahorrado recurrir al mercado asiático para dar contenido al exitoso 'Juego del calamar', León habría cubierto ese papel sobradamente.

León siempre juega con las peores cartas, siempre. Es demasiado complaciente con la clase política en general, no tiene peso específico ni en la balanza autonómica ni en la nacional, nunca protesta con la suficiente vehemencia, es aparentemente conformista con la calamidad y, sobre el papel, se rinde sin problemas. No hay peor escenario para quien tiene como deporte favorito caer en desgracia. Como los niños que se acostumbran a los azotes, así es León, y así está León.

Publicidad

En 'El juego del calamar' León jamás ganaría, sería imposible. El refrendo ha llegado en los últimos Presupuestos Generales del Estado, tibios, escuálidos, desnutridos, huesudos, sin chicha. Una calamidad.

Los PGE son una inversión de carácter capital para la provincia y en esta ocasión los números son desoladores. Nada para la autovía León-Valladolid, nada para el teatro Emperador, nada para el cierre de las rondas de la ciudad, nada para el palacio de Exposiciones, la Ponferrada-La Espina o la Ponferrada-Orense, nada solvente para Torneros, para el Hostal de San Marcos, nada sobre el Parador de Villablino y nada para proyectos de descentralización o para elevar la capacidad industrial. Nada, pero nada de nada, porque la miseria no cuenta.

Publicidad

León, en plena decadencia y sin recursos de reactivación, sufrirá un recorte presupuestario sin precedentes en estos presupuestos. Cae el 22,3% respecto al ejercicio anterior hasta alcanzar los 176,3 millones de euros frente a los 227 millones que le precedían en el capítulo de inversiones ordinarias.

La provincia ve así cómo 50,7 millones de los previstos para esta provincia vuelan hacia otros escenarios seguramente más políticamente interesantes.

En un ejercicio de malabarismo estrambótico los líderes socialistas locales han recurrido a un conejo dentro de la chistera para engordar el presupuesto. Y 'ale hop' han recurrido a 180 millones de euros extraordinarios para el Incibe como tapabocas. Otra bomba de humo que no dice nada sobre la realidad del Incibe del que, por cierto, solo se ha construido la mitad de la sede. De la otra mitad están los cimientos, luego enterrados para que las vergüenzas no quedaran al aire.

Publicidad

Que León solo recibe miseria es una realidad. Lo resume otro ¿socialista?, el alcalde José Antonio Diez en su análisis de los PGE: «No podemos seguir con más mentiras y aplazamientos».

Aseguran los otros líderes socialistas locales que cuando «al PSOE le va bien a León le va bien». Pues a León no le va bien, eso sí salvo para aquellos que quieran apostar a perdedor en 'El juego del calamar'. Y ahí, en el pelotón de los condenados, sí es un valor seguro.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad