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No existe comportamiento alguno en el mundo físico que no esté investido de certeza, realidad y energía. El movimiento más ínfimo, por inapreciable que fuera, ... arrastra consigo parte de la vitalidad del Universo, tal vez no haya límites absolutos de energía, sino estados relativos, fluctuantes, inestables, escalas energéticas disipativas portadoras de corpúsculos y ondas cuánticas.
Durante mucho tiempo pensé que algo tenía que haber tras el azar, la estadística y la incertidumbre de la mecánica cuántica, que hay armonías, órdenes inalterables, leyes inmutables, simetrías, coherencia y equilibrio en el Universo, como soñaba Einstein. Hoy dudo seriamente de esas convicciones.
He escrito en alguna ocasión que, tal vez la idea del Universo ya existía en el espíritu dormido del humano aun antes que éste supiera qué clase de mundos son las estrellas cuando las observaba en el firmamento. Quizás materia y energía siempre han existido en el espíritu y cerebro humanos, aún desconociendo el humano lo que eran, Quizás esto sea debido a que hemos reconocido la materia, y lo que es más importante, la energía del Universo, como las nuestras propias. Sentimos la vibración de ellas en nuestro ser, el latido del fondo del Universo en nuestras venas y en nuestra mente, pues sencillamente somos parte consustancial de él, estamos conformados de sus mismos materiales elementales.
Y una pregunta inquietante: ¿Qué somos ya? Tal vez tan solo un vestigio del futuro.
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