Ibarrola
Después de las palabras

La sencillez del silencio

En una sociedad sin prejuicios éticos, en una civilización deshumanizada, la sencillez del silencio como norma de comportamiento es tal vez la única bondad posible

Juan Villacorta

Valladolid

Lunes, 6 de enero 2025, 08:11

El silencio es un poderoso enemigo, ya no es aquel compañero que hacía más llevaderos los días de infortunio. Ahora es oscuridad tenebrosa el silencio. La sombra anunciadora de la vejez presentida, un dolor no por continuado menos punzante, dolor que surge en algún rincón ... profundo de nuestro interior más allá de la pura conciencia. El mutismo del ser querido es abrumador para el alma: una imagen desoladoramente presente de ausencias amadas.

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Silencio sobre el silencio de la palabra, la voz es oída en silencio sepulcral a riesgo de no ser tenida en cuenta, y una voz no atendida es una nada silente, una nada sentiente, que es algo mucho más trágico.

Sobran muchas palabras en tantos diálogos. El silencio merece un respeto casi sagrado. En un mundo de seres agresivos, de hipocresías y ambiciones sin límite, en una sociedad sin prejuicios éticos, en una civilización deshumanizada, la sencillez del silencio como norma de comportamiento es tal vez la única bondad posible. La palabra arrastra, en tantas ocasiones, a la pura acción. Hablar es equivocarse, la palabra es fiel exclusivamente a sí misma justo y nada más en el momento de ser pronunciada, y a veces ni siquiera entonces.

El silencio perverso está hecho de soledad abandonada, el humano que se convierte en un soñador de sí mismo es víctima de la soledad inhóspita. Estar solo no es preocupante, lo terrible es sentirse solo, ese silencio. El silencio perverso es el sonido de la conciencia.

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