El poder político, económico, social, incluso personal, es el resumen de la conciencia humana. Somos una tribu cuyas señas de identidad son jauría humana. Los políticos son química violenta e irracional que de vez en cuando disimulan un cierto grado de civilización con el maquillaje ... de la democracia.
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Los políticos que nos gobiernan se limitan a ordenar el mandato de la sinrazón, que es la inteligencia que gobierna el mundo; Poder y Oposición. El planeta es un barco loco que navega a la deriva, gobernado por un timonel idiota cuyo oficio consiste en desconocer el rumbo que debe tomar la nave. Y es más, es del todo preciso que no haya rumbo conocido pues del factor sorpresa se benefician los poderosos del orbe a costa del resto. La sociedad es una cueva de prestidigitadores del fraude, la corrupción y la mentira, avezados en la desvergüenza sin recato de sus trucos abyectos. Los pueblos se desamparan a merced de los budas del poder, esa es la ley no escrita del futuro, y todo lo demás no son más que epígrafes del dogma en la teología de los pillos.
Desoír la voz del pueblo no solo es un gesto de soberbia y prepotencia del poder establecido, es algo mucho peor, se trata de un suicidio a medio plazo, pues en democracia el pueblo no perdona a quienes desprecian el sentido común y de supervivencia de las gentes. Es cierto que el poder que no se ejerce se pierde, pero lo sustancial es que el destino del poder es siempre perderse.
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