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Lo curioso de la perfección y de la estética del cuerpo humano es que la perfección es imperfecta y la estética es inestable. El problema, pues, no es que la vejez corrompa el organismo humano, en realidad convierte la inestabilidad de la hermosura y la ... imperfección del cuerpo en la estabilidad de la fealdad y en la perfección de la decrepitud. Aunque nos pese, la vejez es perfección, estabilidad y equilibrio, pero negamos esa plenitud decadente.
Juventud en la vejez. Hay viejos que nunca fueron jóvenes y otros que nunca envejecen. Hay también jóvenes que aún no han nacido y otros que lo hicieron en un lecho agónico. Esto de la vejez y la juventud se reduce a puras intermitencias del tiempo y a la plenitud y desvarío de la carne. La edad es una dialéctica entre la rebeldía y el conformismo. ¿A quién le importa el ser que envejece? Sólo nos preocupa el que nace, el que crece, sólo el que puede ser productivo.
Ignoramos y despreciamos la vejez indigente en un acto que, más que de soberbia, es de inutilidad, pues la vejez es la realidad diferida de todos. Somos realmente viejos cuando negamos la realidad creyendo absurdamente que dándole la espalda a la vejez, alejándonos de ella, nunca nos alcanzará. Ese miedo antinatural a envejecer es ya pura senilidad. La vejez es el miedo a la vejez.
Envejecer es un hábito perverso La vejez infunde respeto, también debería sugerir actividad, el respeto tiene un ángulo de pasividad nada recomendable.
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