Después de las palabras
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¿Qué es en realidad el Sueño? Un placer límbico para no desfallecer de melancolía cerebral. Avezado ladrón de vidas, generoso y noble que ofrece el espejismo del descanso. Traidor y bello placer ante el que estamos vencidos de antemano. Mar de sensaciones tan falsas ... como atractivas, más seductoras que la realidad. Sueños para no morir, para tampoco vivir. Un rapto de voluntades sin espacio, sin tiempo, muy capaz de engañarnos.
Un consuelo es soñar. La fantasía es más libre que la inteligencia si bien más frágil. La vigilia insomne es atroz, inmisericorde pero veraz. Ningún poder es capaz de prohibirnos soñar (aunque puede seducirnos eligiendo y dirigiendo nuestros sueños). Somos únicamente nosotros quienes abortamos nuestra capacidad de ensoñación. Los sueños son patrimonio de la vejez, pero soñar, verdaderamente soñar, sueñan los niños, la inspiración es de los jóvenes y la realización o frustración pertenece a la madurez en exclusividad.
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La realidad es más fuerte que los sueños, no lo pongo en duda, pero los sueños son inmortales y algo que nos hace más humanos, son limpios como el discurrir del agua. Somnolencia es un regalo de los dioses de la naturaleza, que tal vez no sepan agradarnos o conducirnos a una imposible tierra prometida de manera más efectiva, saben que somos animales indolentes y perezosos con una capacidad insaciable en la búsqueda del sueño. Somnolientos individuos capaces de todo por naufragar en el sueño de los sueños.
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