La socialización de la burguesía y el aburguesamiento del socialismo coinciden en un punto histórico en el que compacta una estructura superior maquinizada, cibernética en su carencia de valores y lúcidamente cómoda para el individuo social, y ahí aparece la destrucción del espíritu de ese ... desencuentro, pero también es la realidad capaz de superar, sin dialéctica alguna, la retórica de esa estructura simbiótica, ya que ese encuentro ha destruido ambos espíritus, burgués y socialista, para inaugurar el inesperado vacío humano.
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La mística de la política ha muerto, lo relevante de este hecho es que también ha muerto, en buena medida, la praxis de la política, todas las praxis, razonables o no, de la política de los imperios y las naciones. Sólo permanecen los ritos, los rictus, el ruido, el teatro, los gestos. El sucesor legítimo es el caos lúcido de la sociedad. El alba de las tinieblas conduce a la sociedad a una indeterminada dirección cuyo final es imprevisible. Hemos ingresado en el vacío radical, donde ya no sirven las ideologías y las políticas sino la arbitrariedad del caos y la nada burocrática.
Asistimos a la culminación del desarrollo del phylum de la especie, a la aparición, decretada por nuestra ambición, en la conciencia humana de la certidumbre de ser puramente vacío. Del cuerpo exhausto de esta civilización no brota ya metafísica del progreso, sino la ruina escatológica de las políticas e ideologías por su propio desgaste y defunción.
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