Nadie puede consolar a quien ha dejado de creer. La fe es una unidad, no puede fragmentarse ni dividirse sin desvanecerse, sin romperse en mil pedazos. El humano se sustenta en creencias de uno u otro cariz, incluso aunque fuera en creencias basadas en la ... falta de creencias. El ateo tiene una fe inconmovible en sus 'descreídas razones' y en ocasiones esa fe es más radiante e intransigente que la de los propios beatos.
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Fidelidad a una causa (la fe lo es) no es exactamente fidelidad a una idea, y fidelidad a una idea (la fe no lo es) no es necesariamente fidelidad a una persona. Los espacios de influencia están perfectamente delimitados aunque sean vasos comunicantes, precisamente por serlo.
En el fondo de las cuestiones ontológicas late un hondo sentir humano, lo sobrenatural es consecuencia de lo natural, la inmortalidad es deudora eterna de la mortalidad.
Comprender un dogma no presupone tener que compartirlo. La vida no sobrevive a sí misma cuando sólo se apoya en la fe dogmática. Fe y duda tienen sutiles puntos de contacto, fe y razón tan solo se encuentran en el infinito pero, ¿dónde se encuentra el infinito?
El cementerio rebosa de creyentes idealistas y de realistas descreídos, en realidad, es una dura obviedad, el camposanto está habitado de muerte, y no es santo por ello, la santidad nada tiene que ver con la muerte o con la vida, lo cierto es que desconozco qué es la santidad, si realmente existe ese estado y a quién pudiera aplicarse en rigor.
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