El mercado de los cereales es una plaza global donde los agricultores locales juegan en nuestro país un muy pequeño papel en el enorme teatro mundial. En la actualidad es un mercado muy a la baja, presionado por la enorme cosecha de maíz de Brasil ... y EE.UU, que ha desbordado la oferta global. Además ha tenido un importante efecto de arrastre para el resto de los cereales, en especial para el trigo. Ahora la Comisión Europea ha decidido prorrogar un año más el levantamiento de los aranceles a las exportaciones de Ucrania a la Unión Europea; en concreto hasta el 5 de junio de 2025. Habrá que ver cómo afecta al mercado europeo del cereal, y al español en particular. Para entenderlo hay que tener en cuenta que España es importadora neta, no por las compras de la industria alimentaria, sino de la potente industria de alimentación animal, ya que somos el principal productor de piensos de Europa. Esto nos lleva a tener una demanda muy superior a la oferta interior, en concreto en esta última campaña en la que las cosechas han sido muy bajas como consecuencia de la sequía. Al margen de la capacidad productiva y en relación con lo ya mencionado, los precios los marca el mercado mundial, y este año el cereal cotiza muy bajo. Por ello a la industria del pienso le beneficia la prórroga de la supresión de aranceles, ya que puesto el cereal en puerto y una vez añadido el valor del transporte a destino, está por debajo que la cotización de las producciones locales. Justo al contrario sucede con nuestros agricultores, que se ven envueltos en una situación muy gravosa, con una cosecha muy baja y vendiendo a precios hundidos o, en el mejor de los casos, jugándosela a dejarlo almacenado, con el consiguiente coste y riesgo financiero. La realidad es que la ley de la oferta y demanda de las commodities tiene enormes distorsiones en los mercados locales, y solo una adecuada política arancelaria puede compensar sus desviaciones.

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