Con motivo de la presentación de mi libro titulado 'Retrato de Juan Agapito y Revilla: entre la nostalgia y la modernidad la figura del eminente erudito y arquitecto', me parece oportuno realizar una semblanza de su polifacética figura más amplia, al fin de divulgar la ... trascendencia de su obra, tanto la historiográfica como la de su producción profesional que ha permanecido más desconocida.
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En su quehacer hubo luces y sombras, destacando entre las últimas la apertura de la calle de Felipe II que partió tres manzanas antiguas y derribó unos palacios antiguos situados sobre el nuevo trazado, aunque librándose finalmente de la picota la iglesia de la Vera Cruz. Lo prioritario era sanear la ciudad de pandemias y otros males hoy tan de actualidad, sin más medios que la regularización de vías para arrastrar y destruir los agentes patógenos mediante la ventilación y la acción solar. Ello alteró la visión de la ciudad destruyendo su morfología urbana, aunque en otras vías de orientación distinta a la tradicional de crecimiento vallisoletano en sentido norte-sur sí mantuvo edificios singulares, compensando parcialmente otros desaciertos.
Estas contradicciones evidencian su lucha entre conservar la memoria histórica y la necesidad de eficacia esperable en un servidor público, con el panorama de la incorporación masiva de población rural a la incipiente sociedad urbana industrial. Si la destrucción de monumentos es hoy inconcebible, la del caserío tradicional asociado no se valoraba como complemento a una adecuada lectura global de la ciudad, pero esto sería olvidar su labor de mejora de las redes de agua y saneamiento, que él asimilaba a la circulación sanguínea arterial y venosa posibilitadora de vida. En cualquier caso la ciudad no consumó su destrucción durante su quehacer, sino más tarde, pese a existir nuevas alternativas más conciliadoras.
Si su faceta urbanística es controvertida, menos lo es la arquitectónica y de conservación de edificios, con proyectos inéditos aparecidos tras el análisis de sus fuentes documentales; así puede atribuírsele el proyecto de dos balnearios no ejecutados en Medina del Campo y Castromonte, el primero en clave modernista como la de su Casa Luelmo. Ya se conocía su Asilo de la Caridad, los no realizados de la Cárcel y Juzgados de Valladolid, de valorable funcionalidad distributiva de espacios ambos junto con la del Instituto Zorrilla, donde colaboró con el arquitecto principal, Teodosio Torres.
Aunque el libro se centra en Valladolid, en su etapa en Palencia construyó su mercado de abastos con estructura de hierro, las neo-mudéjares escuelas públicas del Paseo del Salón de Isabel II y los edificios industriales anexos al proyecto de distribución de aguas. También proyectó un funcional matadero municipal para la localidad de Carrión de los Condes, junto con el de las escuelas públicas en Roa de Duero, ambas no llegadas a edificar. igualmente abordó restauraciones en el Castillo de la Mota, en la Catedral de Palencia y otros edificios religiosos, debido a su cargo como arquitecto diocesano.
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La investigación realizada agranda más su condición erudita e intelectual vinculada a las reales academias de la Historia, de Bellas Artes de San Fernando y a la Comisión Provincial de Monumentos, además de otros reconocimientos como el de l´Academie de Mont Rèal de Toulouse de Francia que, junto a algún trabajo traducido al francés, inglés y alemán, certifican su conocimiento fuera de España. Además, por su apego a Valladolid revalorizó antiguas tradiciones como los pasos de Semana Santa, con una labor divulgativa plasmada en el Boletín de la Sociedad Castellana de Excursiones que fundó junto a José Martí y Monsó.
Otros trabajos tratan sobre escultura, pintura, tauromaquia, heráldica, tradiciones varias etc. o el nuevo reglamento para el cuerpo de bomberos municipal, aflorando también su afición a la fotografía y su dedicación docente como profesor en la antigua Escuela de Artes Industriales de Valladolid. La seguridad de olvidar algo en estas líneas, escritas para situar la cuestión en un adecuado punto de objetividad, es simultánea a la de poner fin, añadiendo que sus contradicciones personales no fueron más que el reflejo de su contradictoria época. Por último, la tendencia ya superada de considerar conservación, restauración, urbanismo y arquitectura como realidades estancas entre sí quedan conciliadas con unas palabras de Leopoldo Torres Balbás que, parafraseadas, y en desagravio de Juan Agapito y Revilla, sugieren que desde entonces el pensamiento humano ha recorrido mucho camino y el concepto de unidad se ha agradado extraordinariamente, siendo arriesgado juzgar con el discernimiento actual lo que por aquellos años aconteció.
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