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Una voz adolescente dio la voz de alarma. En 2018, la joven sueca de 16 años, Greta Thunberg, apoyada por muchos compañeros, lo advirtió con toda claridad: o hacemos algo, o el planeta se muere. Ese movimiento juvenil, surgido tras una ola de calor e ... incendios forestales en Suecia, decidió no asistir a clase hasta las elecciones generales de su país fijadas para unos meses más tarde. Exigían al Gobierno que redujera las emisiones de carbono de acuerdo con las pautas del Acuerdo de París. Ahora Thunberg se ha asomado a la portada de la revista 'Vogue Escandinavia' para denunciar que la industria de la moda es una gran contribuyente a la situación de emergencia climática y ecológica. También ha aludido al impacto que supone en incontables trabajadores y comunidades «explotadas por todo el mundo para que algunos disfruten de moda rápida».
En su momento, la iniciativa de los jóvenes suecos tuvo eco en el mundo adulto. Algunas formaciones políticas recogieron el desafío. Otras, de perfil conservador, ningunearon el mensaje mientras miraban a esos adolescentes suecos con calculada condescendencia. Pero, ahora sí. Se han disparado todas las alarmas a raíz del terrorífico informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), elaborado por centenares de especialistas convocados por la ONU.
Hasta el momento, las denuncias de los afectados caían en saco roto. Pero como el desvarío siga su curso, en 2030 la temperatura de la tierra se incrementará 1,5 grados centígrados diez años antes de lo que se preveía en el Acuerdo de París. En consecuencia, dentro de tres meses en la conferencia del clima de Glasgow, la COP26, tendrá que tomar decisiones radicales de obligado cumplimiento. El portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología declaraba esta semana que el verano tórrido que vivimos en España se considerará un verano frío dentro de 30 años. Predicción terrible cuando los pronósticos hablaban de una semana de 45 grados de calor. Los expertos han detallado cómo las olas de calor se incrementan en las últimas décadas y cómo aumentarán las muertes por esta causa a partir de 2035 si no se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero.
Aquellos jóvenes suecos tenían razón, pero esos pioneros no fueron escuchados. Ahora, la advertencia está asentada sobre posiciones rigurosas de prestigio internacional que ya no pueden ser ignoradas. De seguir así, encogiéndonos de hombros o contraprogramando los severos pronósticos con argumentos interesados, el auto-Holocausto de la humanidad se habrá anunciado.
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