No deja de resultar curioso el berrinche en el que se ha instalado parte de la izquierda vallisoletana, que sobreactúa y se lleva las manos a la cabeza, afectadísima como monjitas que escucharan por primera vez un taco, por el hecho de que Vox vaya ... a gestionar la concejalía de Cultura. Si uno los oye hablar podría concluir que la Cultura -perdón por la mayúscula- es algo que les pertenece a ellos, en exclusiva, que es de su propiedad y algo para lo que los demás no están preparados porque, supongo, deben tener un bache en el ADN, una falla en su esencia, una incapacidad ontológica, qué sé yo. Escuchándolos podría parecer, además, que lo que teníamos antes al frente era al mismo Elio Antonio de Nebrija. Y no, claro. Además, prácticamente todo lo que el PSOE ha llevado a cabo en esa área se ha basado en mantener la estela de la época de León de la Riva. Así que creo sobran las plañideras y toca acostumbrarse, la democracia es así y conviene no patrimonializar las instituciones ni creer que algo te corresponde 'in natura'. Y menos un aspecto como la Cultura. Cualquiera que vaya al teatro, al cine, a los museos, a las librerías, a los conciertos o, al menos, que tenga dos dedos de frente, sabe la gente de derechas y de izquierdas tiene una presencia, cuanto menos, similar. Así que conviene vivir con menos sectarismo.
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No obstante, la apuesta genera dudas. No por el hecho de que sea Vox el partido que vaya a liderarlo -algo que, desde luego, no me entusiasma en absoluto, ya los conocemos-, sino porque se trata de un área clave, complicadísima y muy sensible. Y creo que no son conscientes de dónde se han metido. No resulta nada sencillo gestionar el Patio Herreriano, el Teatro Calderón, todas las salas de exposiciones, la propia Fundación Municipal de Cultura, Seminci, las bibliotecas municipales, el LAVA, los Espacios Jóvenes, el Patio de San Benito, el Festival de Teatro de Calle, el Museo de la Ciencia, la Casa de la India, todas las fiestas y celebraciones -San Juan, San Pedro Regalado, Carnaval, Ferias, Navidad-, además de Pingüinos, la Semana Santa, Feria del Libro, City of Film, Casa de Colón, Casa de Zorrilla y un largo etcétera que abruma. Porque nadie debe dudar que la apuesta cultural de Valladolid es de primera categoría. Y que, para dirigirla, hace falta conocimiento, experiencia, un equipo muy bueno y un foco claro. Aspectos que, me temo, Vox hoy por hoy no tiene y no pueden adquirir de la noche a la mañana, sin experiencia previa en el área y sin que ninguno de sus concejales haya estado nunca ni siquiera en la oposición. Un error en esta área es fatal, muy visible y poco disimulable. Y es cuestión de tiempo.
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Por otra parte, no hay peor vicio que el adanismo, que entrar en un lugar como si fueras el primer hombre y lo anterior no valiera para cambiarlo todo y sin escuchar a los que ya estaban. O se es conservador o se es revolucionario. Pero para todo. Uno no puede reinventarlo todo y empezar de cero sin más, pero tampoco puede permitirse no cambiar nada porque eso es aceptar que daba igual unos que otros. El reto consiste en analizar qué hay, reforzar lo que funciona, olvidarse de lo que no tiene sentido, realizar apuestas nuevas y coherentes y ser lo suficientemente inteligentes como para entender que la apuesta de Cultura está íntimamente ligada a la marca-ciudad, es decir, al lugar de Valladolid en el mundo, a su imagen exterior, a su posicionamiento estratégico y al turismo. Pero que también tiene una dinámica de consumo interno, es decir, destinada a que los propios vallisoletanos accedan a una Cultura de calidad. Por eso, si lo que quieren es visibilidad, la van a tener. Pero cuidado, es un arma de doble filo.
Y luego está el marrón de los Goya. Como ya dije, en mi opinión, si no cuesta un euro, adelante. Pero me temo que sí que cuesta un euro. En concreto, varios millones. Y no sé hasta qué punto a Valladolid, hoy por hoy, con los problemas que tiene y los retos que hay por delante le interesa priorizar un gasto así para que todo un sector venga a criticarnos, a llamarnos fascistas y a montar uno de esos numeritos de vergüenza ajena a los que nos tienen acostumbrados, en directo, en prime time y para toda España. Para eso que lo paguen ellos, desde luego. Y que lo hagan en su casa, a ser posible. Sin embargo, igual de criticable sería perder una oportunidad y rechazar algo que puede interesar solo porque Vox no sepa o no quiera afrontar una crítica. Ya están al mando, se acabaron las excusitas victimistas y les toca madurar, igual que la izquierda en la oposición. En cualquier caso, es una situación compleja y no me extrañaría que la ciudad acabara por renunciar a ese gasto.
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Si a esto unimos que es previsible que Vox se encuentre con todos los sindicatos en pie de guerra desde el día uno, no es arriesgado afirmar que vienen curvas e incertidumbre. Y más aún si Vox, como suele, se encastilla en aspectos friquis, nacionalistas, identitarios, ultraconservadores y con más foco en provocar y ganar titulares que en gestionar de modo excelente las competencias. Aunque, todo sea dicho, también vienen oportunidades para la ciudad, como, por ejemplo, la promoción de una Semana Santa que necesita cambios y que, supongo, recibirá el mejor trato posible y, desde luego, una partida mayor de la que ha venido dedicándose. O el trato de los símbolos históricos, de los acontecimientos ocurridos en la ciudad, de la identificación de los lugares, de las onomásticas, de los personajes que aquí han vivido y de lo que ha sucedido sin que a nadie le interese lo más mínimo. O, sin ir más lejos, del trato a Delibes. Y los toros, claro, algo popular y transversal que ha sido olvidado y maltratado por la anterior corporación de modo sectario.
Y, por último, el tema del traspaso. El PSOE critica que no haya podido hacerse como ellos han querido, en los plazos que han querido y de la manera que ellos han estimado adecuada. En este sentido, uno escucha a Puente y su queja tiene sentido. Pero, mucho me temo -y esto es solo una opinión personal-, que si no les han comunicado las áreas que va a dirigir cada partido es exclusivamente porque no se fían de que esa info se fuera a utilizar como arma para boicotear o perjudicar la acción de gobierno. Empieza una nueva época. Y, por lo que nos va a todos en ello, ojalá tengan suerte. Aunque algo me dice que no nos vamos a aburrir.
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