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Un balón modelo Tango de la marca Adidas. El Norte
El pinar y los balones
Óxidos y Vallisoletanías

El pinar y los balones

«Todavía siento cierto respeto ante los Mikasa. Cuando me acuerdo de ellos siento un intenso dolor en la pantorrilla. Un dolor muy especial que no he vuelto a sentir. Supongo que estarán prohibidos»

José F. Peláez

Valladolid

Viernes, 15 de diciembre 2023, 00:09

Si algo define los ochenta es, sin duda, la red de balones Mikasa con las que aparecía el profesor de gimnasia, con la desidia, la desgana y el hartazgo a los que solo un profesor de gimnasia puede llegar a aspirar. Un profesor de gimnasia ... no es uno de Educación Física, que es el estoicismo en chándal. De hecho, al mío, yo no lo vi correr nunca. El tipo solo se comunicaba con nosotros con un silbato y, eventualmente, con insultos. Pero con toda la razón, no piensen mal. Una de las pruebas consistía en dar cuatro vueltas al patio y Picón y yo solíamos escondernos entre la segunda y la cuarta para fumarnos un cigarro y unirnos de nuevo en los metros finales, levantando las manos con aire victorioso como José Luis González, que era nuestro ídolo porque era del equipo Larios. Como nosotros. Un poco feo, sí. Pero, en cualquier caso, todavía siento cierto respeto ante los Mikasa. Cuando me acuerdo de ellos siento un intenso dolor en la pantorrilla. Un dolor muy especial que no he vuelto a sentir. Supongo que estarán prohibidos. Porque eso no eran balones, eso eran proyectiles capaces de burlar el mismísimo escudo antimisiles de Israel. Picaban mucho. Y no les digo ya si encima había llovido. Esos balones mojados eran latigazos esféricos.

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