Si la bandera de España parece algo exclusivo de la derecha no es por culpa de la derecha sino de la izquierda, que, de modo constante, plomizo e intelectualmente discretísimo, ha abjurado de ella. Así, el 12 de octubre o las banderas de las manifestaciones ... en Colón no preludian un 'nido de fachas' sino un nido de españoles que usan sus símbolos porque les pertenecen. Y la izquierda, de modo perdedor, acomplejado y ciertamente esquizoide, se los cede enteros, se borra del juego y musita letanías que huelen a alcanfor.
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Del mismo modo, y siguiendo idéntico planteamiento, si Villalar parece algo exclusivo de la izquierda no es por culpa de la izquierda sino de la derecha, que, de modo constante, plomizo e intelectualmente discretísimo, ha abjurado de ello. Así, la Campa el 23 de abril no es un nido de rojos sino un nido de españoles de Castilla que usan sus símbolos porque les pertenecen. Y la derecha, de modo perdedor, acomplejado y ciertamente paranoide, se los cede enteros, se borra del juego y musita letanías que huelen a alcanfor.
Esto es lo que hay y con estos bueyes tenemos que arar. Esto que cito es de Unamuno: «De las últimas salvajadas revolucionarias y de las represivas no nos han alarmado respecto al porvenir de España, tanto sus violencias de hecho como sus sandeces –más que violencias– de palabra. La... llamémosla literatura comunista y su contrapartida, la supuesta literatura antimarxista –ni unos ni otros entienden palabra de marxismo–, son las dos caras –o si se quiere la cara y la cruz- de una misma trágica deficiencia mental. A la insondable mentecatez de las hojas asturianas de propaganda comunista sólo se emparejaba la insondable mentecatez de los que pretendían monopolizar la decencia y el patriotismo, de los que han inventado esa majadería de la Antiespaña. Estupidez, sandeces, deficiencia mental, mentecatez, majadería».
Vemos que poco han cambiado las cosas casi cien años después. Frente a dos polos de desdicha –unos contra la bandera y otros contra Villalar– surge una tercera España –que es abrumadoramente mayoritaria pero que, como no da el coñazo, no lo parece– que mira con cansancio y hartazgo a ambos y que, con total naturalidad, respeta tanto sus símbolos comunes –la bandera de España, la Constitución– como los locales –la bandera de Castilla y León, el Estatuto de Autonomía– y que celebra igual el 12 de octubre que el 23 de abril. Ser castellano o leonés es una manera de ser español y festejar el día de Castilla y León es festejar España. No se es más español por no ir a Villalar ni se es menos español por no llevar la pulserita con la bandera.
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Pero, sobre todo, no acudir al acto central del Día de la Comunidad es no aceptar el Estatuto de Autonomía, algo que no es opcional sino lo mínimo exigible al Presidente de las Cortes, que debe entender que no está ahí para hacer lo le apetezca sino lo que debe, es decir, lo que las leyes –los ciudadanos de las que emanan– le encargan. Una de ellas es aceptar su puesto, entender exactamente qué representa institucionalmente y cumplir con su obligación, le guste o no. Y si no le gusta, pues que dimita. Pero la dejación de funciones y la rebeldía al más puro estilo de antisistema catalán no representa la postura conservadora.
De hecho, a día de hoy no tengo claro si lo que querían los cabecillas comuneros era eliminar privilegios a la Corona –una limitación de poderes 'avant la lettre'– o precisamente lo contrario, es decir, mantener sus privilegios, los de la nobleza castellana, frente al riesgo que suponía la llegada a la Corte de los flamencos de Carlos V. Pero o es una revolución de la burguesía o de la nobleza. Es decir, en todo caso, de algo muy parecido a la derecha. En ningún caso es un nido de rojos. Por eso, el día que muchos de los que van a Villalar sepan qué están festejando y muchos de los que no van sepan exactamente qué es lo que no están festejando, igual nos llevamos una sorpresa y vemos cómo todos cambian de nido. País.
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