Julio Falagán es un artista excelente, reconocido y reputado. Su trayectoria está consolidada, trabaja con grandes galerías y su obra forma parte de varios museos. Incluso de un museo nacional, el de Ciencias. Su trabajo sido premiado en multitud de ocasiones, ha sido seleccionado ... para importantes residencias artísticas y también becado por parte de importantes organizaciones debido a la indudable calidad de su trabajo. Además, como ilustrador es excepcional. Aunque es vallisoletano, tiene buen cartel en Madrid y los que lo conocen me dicen que es un buen tipo.
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Este año, el Ephemera Phestival de Valladolid, que organizan 'CreArt' y la Fundación Municipal de Cultura, ha decidido rescatar su obra 'Monotheism of Money' para colocarlo en los bajos del edificio que alberga GaleríasVa, en la calle López Gómez. Pero la obra ha sido retirada debido a las quejas de una vecina, que no estaba de acuerdo con que en la fachada del edificio se colocara la obra de Falagán. Y como legalmente tiene razón, por ser propiedad privada y requerir de permiso de la comunidad, la policía lo ha retirado y aquí paz y después gloria. Qué ciudad más tolerante la nuestra.
Habría que aclarar que el Ephemera Phestival trata precisamente de que el arte salga de las salas, las galerías y los museos y tome el espacio público a través de proyectos efímeros 'site-specific'. Es cierto que una fachada no es un lugar público sino privado, pero no es menos cierto que los bajos en los que estaba colocado son los de GaleríasVa, un centro de iniciativas culturales de titularidad municipal. La obra retirada de Falagán es una crítica a la deriva del neoliberalismo a través de una serie de iconos en rótulos luminosos, que contienen lemas que hacen referencia a la economía como nuevo icono divino. Esta intervención es, en mi opinión una enorme gilipollez que muestra que Falagán sabe mucho más de arte que de liberalismo, que es precisamente el sistema político que hace que pueda expresar lo que quiera y que yo, sin estar de acuerdo en su reivindicación, defienda tanto su derecho a expresarse como estime oportuno como la obligación del resto de ser tolerantes ante sus ideas. Ideas que, por supuesto, no serían posibles en la violencia y la inmoralidad de un sistema socialista ni en la cancelación inquisitorial podemita.
Es decir, paradójicamente, la critica al liberalismo de Falagán puede llevarse a cabo porque vivimos en un sistema democrático liberal. La crítica antiliberal de Falagán concuerda, fíjate tú, con la de Irene Carvajal, concejala de Vox, otro partido con ideas abiertamente contrarias a la libertad y al capitalismo. Porque frente a lo que muchos creen, Vox no tiene nada que ver con la derecha liberal y capitalista; más bien al contrario se trata de un partido antisistema, revolucionario, contrario a la Constitución del 78 en cada vez más aspectos, anticapitalista -debido a su proteccionismo autárquico y a su nacionalismo económico-, iliberal, antiglobalización -es decir, anticomercio- cercano al nacionalsindicalismo joseantoniano, enemigo del Ibex35 y enfrentado a las elites económicas y financieras. Vamos, exactamente lo contrario.
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Por ello dudo muchísimo que Irene Carvajal haya tenido nada que ver con el hecho de que se retire una obra que critica el capitalismo y el liberalismo, crítica en la que gran parte de su partido está de acuerdo. En cambio, es más probable que no haya movido un dedo para defender a Falagán porque haya interpretado que la obra no solo es una crítica al capitalismo sino a los elementos religiosos. Eso me cuadra más, ese meapilismo beatillo y, por lo general, poco católico -lean Dignitatis Humanae, de Pablo VI- marca de la casa. Y me preocupa porque en una democracia liberal como la nuestra, Falagán tiene el mismo derecho a criticar a la religión católica que Vox a criticar a la religión islámica o los islámicos a los judíos. Aunque sería mucho mejor que se unieran en el respeto y no en el dogmatismo, es su derecho, es su obra y la única obligación del ayuntamiento es defender al artista en todo lo que pueda y garantizar su libertad de expresión, que es para lo que está. Porque mucho me temo que los vecinos no habrían puesto ningún problema si lo que se coloca en los bajos es el Sagrado Corazón de Jesús o un repostero de la cofradía de turno.
Estamos en mal momento para la libertad. Por parte de unos y de otros. Nos estamos quedando solos y, por ello, hemos de reivindicarla y defenderla cada día de aquellos que quieren acabar con ella, no solo en la izquierda, sino también en la derecha. Es una vergüenza para Valladolid que Falagán tenga que retirar su obra y todos sepamos que, aunque aparentemente todo esté envuelto en ese papel grisáceo de lo administrativo, en realidad la falta de defensa del artista se deba a que, por una cosa u otra, lo reivindicado por él no está alineado con lo que quiere Vox. Y lo que piense Vox me trae sin cuidado. Pero lo que haga la teniente de alcalde del Ayuntamiento de Valladolid no.
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Dice Yolanda Díaz, con ese tono que tiene como de estar hablando siempre para idiotas, que los niños que no nacen en una ciudad costera no conocen lo que es el horizonte. «Y mirar al horizonte es clave para poder cambiar la vida de la gente». A ver, que dijo eso como podía haber dicho cualquier otra tontería, entiéndanme. Porque Yolanda ignora que el horizonte es la línea que separa el cielo de la tierra y que eso no tiene nada que ver con el mar. Si conociera Castilla, si se hubiera perdido alguna vez en la inmensidad de Tierra de Campos sabría de verdad lo que es el horizonte. Pero no solo como concepto físico sino, también, como concepto moral. Y entonces, posiblemente, no diría tantas tonterías.
El martes 17 se inaugura en las Cortes la exposición de la Fundación Delibes con motivo del 25 aniversario de la publicación de El Hereje. La obra está más vigente que nunca. Si Delibes circunscribió la libertad de conciencia a las guerras de religión, hoy habría que ampliarlos a los problemas de nuestra época, donde no solo se ataca al que profesa otra fe sino al que tiene otros planteamientos políticos y otras tendencias sexuales. La libertad de expresión, la libertad de credo, la libertad sexual o la libertad de creación son solo manifestaciones prácticas de la teórica libertad de conciencia que defiende Delibes. Por eso está muy bien que las Cortes, en manos de Vox, acojan esta exposición. Pero estaría mucho mejor que se leyeran el libro. Y si se pasa por allí Carvajal, mejor que mejor. Lo mismo hasta ata cabos y entiende que el perseguido y 'El Hereje' a defender hoy no es otro que Julio Falagán.
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