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No me gusta que a los toros te pongas de Torquemada

«Hace muy bien cuando pide información sobre cuánto dinero sale de las arcas municipales para apoyar la tauromaquia, no vaya a ser poco y haya que exigir al PP que la inversión en toros sea mayor»

José F. Peláez

Valladolid

Domingo, 20 de agosto 2023, 00:17

A estas alturas no tengo claro si la oposición en el Ayuntamiento de Valladolid la lidera Óscar Puente, Ana Redondo o el alcalde de León. Yo supongo que Ana Redondo, pero no lo podría asegurar. Me dicen que, en las pasadas elecciones, Ferraz la propuso ... a ella como número uno al Congreso por Valladolid, pero respondió que no. También me dicen que Sánchez le ofreció el Ministerio de Cultura antes de ofrecérselo a Iceta, pero también lo rehusó. Así que debe tener bastante claro que no quiere irse a Madrid, aunque nunca se sabe, quizá a la tercera vaya a la vencida y si la proponen de nuevo como ministra nos deje en manos de Pedro Herrero. O de Cecilio Vadillo. O de Renault.

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Por cierto, que habrá que ver cómo bautizamos al nuevo gobierno cuando se concrete, porque algo que nace apoyado por un bloque del que forman parte Bildu, Esquerra y Podemos por un lado y PNV y Junts por el otro puede ser de todo menos progresista. ¿Lo llamaremos gobierno bolivariano, reaccionario y de ultraderecha? ¿Gobierno revolucionario, ultraconservador y xenófobo? ¿Bloque racista, fascista y comunista? No lo sé. En cualquier caso, si finalmente Redondo se queda a liderar la oposición, debemos agradecérselo por poder contar al fin con alguien que tenga verdadera vocación por la política local. Alguien tendrá que defendernos del PSC.

De momento, pase lo que pase, tengo claro que durante ocho años Redondo ha sido concejala de Cultura. Y ocho años dan para mucho. Entre otras cosas, dan para saber que la tauromaquia es, por ley, patrimonio cultural del Estado, es decir, que todas las administraciones públicas están obligadas a garantizar la protección y, a su vez, a desarrollar medidas de fomento de los toros, les guste o no les guste, les parezca bien o mal y piense Ana Redondo lo que le piense. «La tauromaquia es cultura, comprendiendo otras facetas dignas de protección aparte del propio espectáculo, ya que comprende todo un conjunto de conocimientos y actividades artísticas, creativas y productivas», dice textualmente la ley.

Por eso, hace muy bien cuando pide información sobre cuánto dinero sale de las arcas municipales para apoyar la tauromaquia, no vaya a ser poco y haya que exigir al PP que la inversión en toros –es decir, en Cultura– sea mayor. Aunque yo creo que antes de dar ese paso quizá haría bien Redondo en hacer la misma pregunta a Miquel Iceta y a Pedro Sánchez, que este año han dedicado 210 millones de euros en bonos culturales para todos los ciudadanos que cumplan dieciocho años. 210 millones que pueden ser dedicados íntegramente, si ellos lo desean, a ir a los toros a Valladolid o a cualquier otra plaza de España, con cargo a las arcas del estado y llenar, así, plaza tras plaza, tarde tras tarde y con cargo a un presupuesto dispuesto íntegramente por un gobierno del PSOE. Y todo eso sin tener que aguantar la turra de las monjitas de la izquierda, con sus dos rombos y esa censura de Torquemadas de chichinabo.

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Redondo sabe que las administraciones, cada una en el ámbito de sus competencias, están obligadas a apoyar los toros les guste o no, porque están obligadas a cumplir la ley les guste o no. Nos da igual, por lo tanto, su opinión sobre los toros como nos da igual su opinión sobre el reguetón, la Zarzuela o los autos de pasión. El gusto personal de un político es, gracias a Dios, irrelevante en democracia. Por eso, lo importante hoy no son los toros en sí mismos, sino el hecho de que los jóvenes que cumplan dieciocho entiendan que ningún gobierno puede ponerse por encima de la ley, es decir, por encima del pueblo del que emana. Es decir, de ellos. Es una gran lección para un joven y llega en el momento oportuno de su formación. Pero no es bueno solo para ellos: la defensa de la tauromaquia es buena para toda la sociedad, que ve cómo la ley nos protege del gusto personal y arbitrario de un ministro, de un concejal o de la ideología totalitaria y ultra de un fascista de Waterloo. Porque permitir que el límite de la ley se sitúe en el límite de la sensibilidad estética de cada cual puede dar lugar a aberraciones como que alguien quiera prohibir el porno gay por parecerle aberrante. Por ese motivo la defensa de la bandera gay y de la tauromaquia son hoy los dos arietes de la libertad de expresión detrás de los cuales hemos de ponernos todos. El compromiso por la libertad no se muestra defendiendo luchas de las que formas parte sino, fundamentalmente, defendiendo causas que no te atañen solo porque tienen razón. Detrás de los ataques a los símbolos gays y a la tauromaquia subyace un odio a la libertad de quien hace algo que no te agrada. Por eso detrás de esas reivindicaciones vamos todos. Hemos de defendernos con uñas y dientes de los totalitarios salgan de donde salgan.

«Detrás de los ataques a la tauromaquia subyace un odio a la la libertad de quien hace algo que no te agrada»

Espero, eso sí, un efecto rebote por parte de una juventud cansada de adoctrinamientos. Como pasó con 'La Movida', los jóvenes siempre se quieren acercar a lo que les prohíben. Y los toros son, como digo, algo simbólico, reivindicativo y contracultural. No sé en qué momento la izquierda perdió esa defensa de la creatividad, de la libertad, de las artes y de la cultura para entregarse al oficialismo, al tedio, a las prohibiciones, al dogma, al nacionalismo cejijunto, a la oscuridad y al gris marengo de la cultura servil y sumisa. Lo veremos en los Goya: casi cinco millones de euros para que nos enseñen las tetas y, uno por uno, vengan a nuestra casa a llamarnos fascistas. Los toros son ya el único reducto de cultura 'underground' y allí nos encontramos todos con Alberti, con Lorca, con Picasso, con Goya, con Hemingway, con Miguel Hernández, con Camus, con García Márquez y otros fachas de ese pelo, para disfrutar juntos de ese halo tan interesante que trae la cultura no oficial y la adrenalina de la libertad creativa.

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Los curillas preconciliares del sanchismo son los nuevos grises, gente que no sabe que se empieza por cancelar los toros porque lo dicen unos cafres y se sigue por prohibir el día del orgullo gay porque lo dicen los cafres de enfrente. Y no se trata –como piensan– de elegir bando censor porque, en realidad, todos los cafres forman un bando único. Y enfrente estamos el resto: la luz, la razón y la Cultura contra el espíritu censor, la moralina perpetua, la prohibición permanente, la fábrica de adoctrinamiento y el aire dogmático. Y, sobre todo, contra la turra del orfeón del nuevo 'parental advisory'. Si por mi fuera, todos los brindis de la Feria serían el mismo. Desde la boca de riego: «Brindo la muerte de este toro al gobierno del PSOE por invitar a los toros a todos los jóvenes de España a pesar de su propio criterio». No se me ocurre una mayor lección de Cultura.

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