Los premios planetarios y el daño a la literatura

No hace mucho, el gran crítico Germán Gullón nos advertía del inmenso daño que las grandes editoriales están haciendo a la literatura. En mi criterio, no le falta un ápice de razón.

¿No se plantean ustedes la casualidad de que siempre, con honrosas excepciones, muy pocas, el premio Planeta sea dado a personajes mediáticos? Sonsoles Ónega es la última de ellos. Tengo para mí, sin más pruebas que la convicción personal, que alguno de estos autores nunca ha escrito un libro, ni siquiera el premiado. Un negro, cuyo nombre me está prohibido decir, nos comentó en cierta ocasión a Ignacio Sanz y a mí que ganaba bastante más con lo que escribía para otros que con las obras que llevan su nombre.

Con respecto a ciertos premios literarios, la actitud de Miguel Delibes fue ejemplar. El Premio Planeta le fue ofrecido en varias ocasiones y siempre lo rechazó. «¿Quién pierde con ello?», se dice que le dijo José Manuel Lara en una visita que le hizo con tal fin: «Tú ganas dinero y nosotros prestigio». A lo que Delibes respondió: «Hay alguien que sí pierde, el escritor novel que ha pasado tres años escribiendo su novela y al que yo le quitaría el premio».

Otro es el tema referido a las modas más repugnantes que parecen acapararlo todo, como si no hubiera otros argumentos. ¿No se aburren ya de niñas encerradas en zulos y violadas por su abyecto secuestrador? ¿De muchachas jóvenes que aparecen destripadas en el primer capítulo o en la primera escena de la serie que, sin duda, generará? ¿De novias a las que les salen gusanos por los ojos cuando sus cadáveres son encontrados por la policía?

Si estos libros son de su gusto, si no vomitan como yo en la primera página, vayan con cuidado. Es muy probable que algún día, al despertar, vean que todo el mundo es un ente borroso donde lo más fácil es perderse para no reencontrarse. Levántense deprisa si esto les sucede, no cedan al sopor del sueño, abran bien los ojos en el espejo del baño y, si ven que se asoma bajo los párpados algún pequeño gusano, llamen sin demora al 112. Cuando lleguen al hospital, no se conformen con que les prescriban un simple colirio, tampoco admitan que les hagan una lobotomía. Como médico y escritor, puedo asegurarles que no les hace falta. El medicamento adecuado se llama criterio, y en su prospecto puede leerse que no debe confundirse un premio literario con un chalaneo mercantil.