Todo tiembla
Al pie de un café ·
Los colapsos espolean las emociones; la verdad, sea la que sea, al llegar siempre después de la zozobra, resulta con frecuencia intrascendenteAl pie de un café ·
Los colapsos espolean las emociones; la verdad, sea la que sea, al llegar siempre después de la zozobra, resulta con frecuencia intrascendenteLa realidad se empeña en mostrarnos la fragilidad humana. Las guerras, las guerras de las que se tiene noticia, acechan a los hogares confortables. Cuando estos renglones vean luz, se estarán abriendo unas urnas, las de los EE.UU., a las que no podemos acercarnos, ... pero que nos competen. Decidirán también sobre nosotros, sobre vidas ajenas a los electores. Asumimos la naturaleza del poder, la vulnerabilidad ante las embestidas de otros humanos. Mientras, más fuerte, más cerca, sacuden los topetazos de la naturaleza. René Goscinny, por medio de los personajes de 'Astérix el Galo', nos retrotrae al único miedo cerval de las culturas de la antigüedad, a 'que el cielo caiga sobre nuestras cabezas'. Los avances técnicos, los desarrollos sociopolíticos –en esta parte del mundo, ya digo– alejaron esos temores. Por eso cuando el cielo sacude con tal virulencia nos descoloca más, porque perdimos el pánico al poder de la naturaleza, porque a posteriori asimilamos que pudo ser menos.
Publicidad
Queda un desolado paisaje. Angustia de cuerpos y alma. Desamparo del desaparecido aún vivo y del que le busca aun muerto. De los cortos plazos leeremos mucho y aprenderemos poco, volverá a ocurrir: nos conformaremos con que algún responsable expíe. De los largos, oiremos menos porque ya hemos olvidado, por ejemplo, dónde construir, dónde no.
Los colapsos espolean las emociones; la verdad, sea la que sea, al llegar siempre después de la zozobra, resulta con frecuencia intrascendente.
España es otra, siendo la misma, a la de hace dos semanas. Entonces titulé este espacio 'Los platos sin fregar' y apunté que 'los sistemas evolucionan hasta convertirse en trampantojos'. La estructura crece sobre la estructura, aprovechándose de la estructura, conociendo sus resortes. Como los edificios aquejados de aluminosis. Hasta que revientan.
Comienzan las reconstrucciones. La de los cuerpos vivos hasta hace nada derribados por «un manotazo duro, un golpe helado», la de las vidas en duelo, las del territorio anegado, la de los futuros ya imperfectos. La de un país en el que tiembla hasta la Constitución, la de una sociedad expuesta a que el odio ponga la primera piedra.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.