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Anónimos sin filtro
Al pie de un café

Anónimos sin filtro

Digo bucle deshumanizador, espiral que desprecia la vida ajena por ser ajena, la de otros por el simple y azaroso hecho de no formar parte de un 'nosotros' preestablecido

Joaquín Robledo

Valladolid

Martes, 2 de julio 2024, 06:21

Determinadas palabras denotan comportamientos deleznables, se utilizan para denostar conductas más o menos habituales. Tal vez por la tradición cristiana, a partir de la evangélica reprensión de Jesús, «¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!», colocamos la hipocresía en uno de los más bajos estantes ... de nuestra consideración ética. Sin embargo, al menos en dos aspectos, nos resulta eficiente en el día a día. Por una parte, actúa como lubricante: una cierta dosis de hipocresía, llamémosle social, el conjunto de pequeñas hipocresías individuales, engrasa la convivencia. Lo opuesto, no tener filtro en el lenguaje coloquial, genera distorsión sin aportar compensación alguna. Por otra, el hipócrita respeta determinados valores. Necesita fingir, por lo tanto conoce, de alguna manera se avergüenza y con ello prestigia, un orden moral. Ya en el siglo XVII, el escritor francés François de La Rochefoucauld apuntó que «la hipocresía es el homenaje que el vicio le rinde a la virtud».Dos matices de capa caída. Las redes sociales, que sin ser la estricta realidad la anticipan, para bien y para mal, han transformado elementos de nuestra relación cotidiana. También en estos aspectos. Determinados comentarios que tiempo atrás nadie expresaba, sea «bien está que se ahoguen, nadie les mandó venir», se escribieron tras la máscara del anonimato. En paralelo al previsible reproche, aparecían muestras de apoyo, comentarios similares que, a la par que se sentían alentados por el primero, le reforzaban formándose así un bucle deshumanizador. Digo deshumanizador. No me refiero a pensar distinto a mí, eso ya lo hacen mis padres y –con honestidad y bonhomía– mucha gente cercana. Digo bucle deshumanizador, espiral que desprecia la vida ajena por ser ajena, la de otros por el simple y azaroso hecho de no formar parte de un 'nosotros' preestablecido. Una progresión creciente sin hipocresía que la detenga.

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