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Sí, salimos más fuertes. Dependientes de un maletero que va de prócer de baratillo, pero ya les dije que disfrutaran del Tour que, contra la pachorra y el nacionalismo 'periferiante', solo quedan la tranquilidad y los buenos alimentos. Salió lo que salió a última hora ... del domingo, y en el país de las sospechas el tuerto es el rey, el rey del Maeztu. Yo, por mi parte, me ilusioné con la procesión del Patrón de España, Santiago, por las calles de la ciudad. Quién se sabe si, en el fondo, en rogativa íntima por lo que nos espera: a saber los caprichos del mentado maletero con melena a lo Beatles y grandilocuencias de paleto de Tractoria. Y Galicia se hizo tan cercana porque somos un país de distancias íntimas.
Insisto en eso, en cómo la ciudad y la tierra, a la solana, volvió de la desazón a los asuntos. Que fueron muchos los que bajaron de Comillas, de Castro Urdiales, de Baiona y de Sanxenxo a votar, con ese 'coitus interruptus' de las vacaciones a cuyos organizadores -ya saben- les tiene el destino que preparar alguna gorda. Es lo que tiene pensar como los antiguos 'picoletos': «Paso corto, vista larga» y demás.
Aunque no hay ya bilis en las cuencas humanas, ni quedan humores, y los pantanos tiemblan: me consta. Estamos desfondados, todo se hace tea y quizá hoy mejor que mañana conviene darse un homenaje en el fragor románico de Cervera. Conversar allí con el hermano lobo en la tarde silente. Hemos venido a pasarla bien, que dicen en la América castellana. Y ya, la vida, habrá que asumirla de esa forma: como cuando nos dijeron que salimos más fuertes y bebimos hasta el agua de los floreros.
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