Secciones
Servicios
Destacamos
Tantas noches donde besamos con inexperiencia y dulzor a refresco y a jazmín, en otro tiempo y otro lugar. Tantos conciertos también en otro tiempo y otro lugar. La eterna juventud de Hombres G que a los que fuimos jóvenes no hace tanto nos llenaba ... de una fuerza y un optimismo que no nos daban los de la guitarrita de palo. Que estaban bien, pero es que aquí somos heterogéneos como rastrillo de caridad.
A David Summers le dan hoy en La Mudarra, en el caserón de Garabito, El Ciprés de Honor, que es una forma de agradecerle todo sin aburrir con las laudatios, que tienen no sé qué resabios de luto.
Con la música de Summers y cía., en la ciudad se rodó un musical que es además un crisol de nuestras maravillas, con ritmo y bailes, que en eso debiéramos estar todos. Luego David, de familia creadora, creador él mismo y renacentista con una sonrisa, merece no sólo homenajes, también bises y besos. Hace ya años saqué en las redes un apotegma musical, «aunque el mejor es Summers», que fue una frase que quedó para refutar las verdades absolutas que pululan digitalmente en este Valle de Lágrimas.
Hoy le aplauden, hoy las lechuzas y las gallinas de los Torozos le cantan o le piden una rúbrica en un LP de aquellos tiempos donde, después de darnos la paz y la palabra, se le cantó a lo cotidiano, al desamor, y a un hedonismo sano con carmín y recreativos: la vida que se abría por delante.
Siempre será verano en Summers y en La Mudarra. Lo merecía, lo merecemos, porque pasárselo bien, tirar de agendilla de teléfonos en vez de Tinder es, a día de hoy, contracultura.
Y en eso andamos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.