Yo soy un hombre del sur, todo sol, fatiga y hambre que cantaba Víctor Manuel. Yo sé bien, lo he visto, lo que es que baje una riada por la puerta de la casa. Antes de tender a muerte, le meteorología, tan hija de su ... madre, pone como un viento cálido. Y entonces el cielo se rompe. Bajan hasta cadáveres de cabras. Lo he visto. No sé qué diría el maestro Delibes de esta tragedia. Tampoco sé qué papel tiene el hombre en todo esto, que lo tendrá. Yo, que quería hablar hoy de Topuria y meter unos alejandrinos de mi compadre Álvaro Colmenero, que estuvo en el lugar de los hechos, que olió la vaselina y la adrenalina, tengo que hablar del tiempo, que es lo mío. Yo, que le prometí a Javi Chicote unas prosas del beso a Juan Carlos como un gesto histórico. Los días previos de fríos, mi hermana le enseñó a mi sobrina lo que era la nieve. Y la niña lo entendió. Entonces cambiaron los vientos, y soplaba eso que nos aplatana en Cádiz y en San Sebastián: viento del sur.
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Esto es una lucha contra la naturaleza, que tiene sus leyes, que sabe que hoy es domingo y va caer, o no, un tormentazo. Hace una semana vi el Sáhara inundado y me pregunté qué y cómo. La historia de la Tierra que aguantó a neandertales y demás. No somos nadie. Escupimos al cielo, y el cielo nos devuelve esto. Por qué frío y calor en un día. Qué carajo se puede cultivar sin en mayo llegan las heladas negras. Lloro por los muertos en la peor fecha. En el alma, la presa de Tous, Biescas. Y en el aire un no somos nadie que ya hiere demasiado. Solo nos queda el rezo. Que el sol seque, y ser conscientes de nuestra invisibilidad.
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