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Ahora que estamos colocados en la saga 'pontificia', ahora que ya se nota lo que se nota, hay que sacar, sin que sirva de precedente, las 'Vallisoletanías' de José Fernando Peláez, que son un homenaje a la nostalgia. Es embajador de su tierra cuando ... va a Madrid, a Sevilla, desde donde ve ese Pisuerga que va a morir a Sanlúcar de Barrameda. Ahí se siente Morante y le explica a su heredera que Castilla fue desde Flandes a Patagonia, o que el derbi castellano que más le gusta es el River vs Boca.
Valladolid, cuna de la literatura, debe tener estos libros hechos con tiento, y no lo digo por amistad, que también la amistad es categoría periodística como lo es contar lo que se ve en el lugar de autos, cuya autoría no citaré por no gastarle el mandamiento del cuarto papel.
Ahora que, en estrellas Michelin, somos un punto, hay que cogerle el gusto a esa ciudad del cronista. Joven, mezcla entusiasmo y melancolía cuando se mesa la barba. José Fernando, Pepefé, tiene como mi edad, la sabiduría de un viejo de Sansón, y la ilusión de un recién llegado. Si ya estaba escrito, tenía que que escribir a sus cuatro esquinas cotidianas, y a las de más allá. En la efervescencia literaria se agradece que este periódico le dejara esa ventana que es a la vez al buen presente, al pasado esplendoroso, y al porvenir, que está por venir (sic) como dijo el poeta.
Prosa reposada, interna, intramuros. Un hombre que se abre con esa ternura mezclada con bonhomía, y buen humor aunque haya cosas que le rechinen. Como en todo en la vida. Le deseo lo mejor, en espera de que este año le nieve. La nieve no es populismo, Pepe.
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