Regimiento Alejandro Farnesio. Siglos de historia y compromiso. En el día más duro para la democracia, la ciudad fue una fiesta en el saludo a su Rey. Porque sí. Porque late la necesidad, en tiempos tumultuosos, de un símbolo al que se le ha visto ... en los momentos más duros, y en el estrecho margen que puede, defender el 78 que nos sacó de la Edad Media y en nada nos puso, si no como Suecia, casi. Valladolid fue un clamor el jueves, e incluso hoy sigue en la memoria de la ciudad los soldados, las señoras, las banderas en un Viernes Santo adelantado.
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Los vítores, que antaño eran de cariño, ahora son de cariño y compromiso. Y qué orgullo cívico por el Ejército, moderno e historiado, que siempre está ahí, salvaguardando las libertades que otros, dentro y fuera del solar hispánico, nos quieren quitar.
Fue un jueves necesario, como necesario el grito de «Viva el Rey», un grito que siempre está en lo más callado pero a flor de piel. Porque se trata de España, de lo que fuimos, de lo que somos si nos dejan las tramas y los golpistas de maletero. Fue el jueves un día en que la ciudad se miró a sí misma y se puso más guapa si cabe.
Días de esos para coleccionar la portada del viernes y tenerla enmarcada en la oficina para cuando vengan mal dadas, o cuando el Rey, insisto que en lo constreñido de su labor, haga lo imposible por salvarnos a todos nosotros, pobres inocentes a los que nos empapelan por cortar una amapola, un descuido con el fisco, mientras los enemigos de todo lo que se vivió el jueves, aterrizarán en el Prat en breve. Con un beso, una flor, y la Ley hecha trizas.
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