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Corre el tiempo endemoniado, y uno, que ve y oye lo que pasa, lo somatiza. Vivir lejos de la hermana y la sobrina, con el salitre del Mediterráneo en el habla, me hacen más intruso. Sin embargo, y ahora en que todo parece por rehacer, ... cuando ando falto de fuerzas, tres personas, tres, me dan esas energías de vida que ya faltan. Porque sí, digo que hablo con mi perro de porcelana cuando llegan tardes los trenes y el doctor Manjarrés lo llama TOC. Y en el TOC, ahora, se me vienen unas nostalgias de las playas de Castilla del Sur que me van curando tres personas, tres. Mi amigo Aitor Santos, mi tío falso Miguel y Nacho Alcalá al otro lado del teléfono. Cuando la mente se me dispara como insomne de libro, me bajan a la tierra. Cuando por hablar hablo de Camus, se me vienen a recitarme, por el móvil o en persona, el 'Romancero Gitano' o el fútbol, al que he vuelto a mirarlo después de que el gol de Iniesta me diera la sensación de todo hecho, de sueño cumplido, de país perfecto en los papeles. No tienen coche, y me dejan en el llano en llamas cuando quiero subir los puertos de norte y sur en bicicleta que coronan esta tierra. Aitor, cuando me ve en un estado laberíntico del alma, que dice Peláez, me saca en la parla a Bahamontes. Nacho me pone frente a mis contrastes y, de higos a brevas, cocina que es un primor. Mi Tito Miguel me da lecciones de vida con un amor exultante por Peñafiel. Él, siendo de las sierras de Albacete. Los amo. Perdonen este borrón, esta interrupción en la actualidad. Ya hablaré de Los Chichos en lo siguiente. Que me quema el teclado y la memoria.

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