Una persona hace un selfi con sus teléfono móvil. Reuters
Intruso en El Norte

Abrazo al móvil

«El móvil es mi segundo cerebro, llevo ahí mi próximo libro, y me sirve como herramienta para ver cómo van los trenes de Puente»

Jesús Nieto Jurado

Valladolid

Domingo, 20 de octubre 2024, 08:35

«No soy Bil Gates, picha», y me lo soltó así, cuando le pedí a mi compadre que me desbloqueara el teléfono. Me entraron sudores fríos, como aquel telele de antaño, en que me abracé a Ansúrez, en plena mañana. Y es verdad que no ... somos Bil Gates, y por mi tierra del sur, igual que por el norte, cuando a un teléfono le da por ponerse en modo liberado sindical, al mortal le entra el miedo más negro. Las pautas y las recetas del médico pueden fundirse a negro, pero también los contactos. No voy aquí a hablar ni bien ni mal de los celulares, pero a mí me han salvado la vida, me despiden de Joaquín Sabina, y en la pandemia me dejaron ciscarme en el Lucero del Alba, cosa que agradecí.

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Es domingo y está usted de aperitivo, que es cuando entra mejor la prensa al sistema digestivo y todo es más como es. Pero está el teléfono, donde usted quizá quiera compartir este artículo. Yo, al móvil, no le doy el cariño que sí doy a mi perro de porcelana. Pero fue él, sólo él, el que una madrugada de enero me presentó a mi sobrina Candela, ay, recién nacida. De estas vacaciones andaluzas, del nuevo pueblo de madre, me quedo con que hay tiendas de reparación. El móvil es mi segundo cerebro, llevo ahí mi próximo libro, y me sirve como herramienta para ver cómo van –mal, con mucha probabilidad– los trenes de Puente.

Seamos sinceros. El cacharro nos puede dar la vida. La visita al excusado se hace eterna en esa lectura mañanera, y ya ahí está este apéndice listillo de nosotros mismos. No es este un romance al móvil, o sí; tanto intelectual lo detesta que los normales hemos de darle un abrazo.

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