![Jarrones chinos o activos políticos](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201910/10/media/cortadas/presidentes-kIjG-U90363384886p4-624x385@El%20Norte.jpg)
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Hizo fortuna, la verdad, aquella ocurrencia que un lejano día comentaron Felipe González y Jordi Pujol sobre el papel de los expresidentes en la vida pública. Convinieron en que, una vez alejado del poder, un presidente se convierte en uno de esos enormes y costosos ... jarrones chinos que nadie sabe dónde colocar porque encajan mal en cualquier sitio debido a su tamaño.
Eso es verdad, al menos aquí, en España, donde hay quienes apean el tratamiento de presidentes a quienes ya no están en la Moncloa, olvidando que el titulo es para toda la vida. Convengan conmigo que, en alguna ocasión, han sentido envidia al ver la imagen de todos los presidentes vivos de Estados Unidos juntos en torno a una causa común, convocados por el titular en ejercicio de la Casa Blanca. Comprobar que por encima de ideologías, partidos y trayectorias, todos son capaces de unirse para remar en la misma dirección, defendiendo una causa común beneficiosa para su país, constituye una estampa tan inusual por estos pagos como reveladora de nuestra inmadurez política. Poco a poco, algo vamos avanzando en este sentido, y así es posible ver juntos tanto a Felipe González y José María Aznar, participando en un coloquio, como a González con Mariano Rajoy, en el Foro La Toja, en un encuentro reciente tan impagable como lleno de inteligencia.
No pasa nada por ello, todo lo contrario, la trayectoria de cada uno y el reconocimiento de lo que hicieron por la sociedad, desde su ámbito ideológico, son credenciales, tan respetables como concluyentes, para no prescindir de la experiencia de quienes estuvieron al frente de los destinos del país. Se trata de sumar, de aportar visiones, evidentemente distintas, sobre los problemas más graves que tiene planteados España. Asuntos acuciantes en su gravedad, aunque a nadie le interese ponerlos sobre la mesa en el constante y continúo proceso electoral en el que vivimos. Un buen ejemplo lo constituye el sistema nacional de pensiones, necesitado de una revisión urgente si queremos asegurar su viabilidad.
Esta es una cuestión que no admite doctrinarismos aprioristicos ni planteamientos partidistas. Y mucho menos, demagogia barata de garrafón con promesas de 'todo a 100'. Aquí hay que sentarse con realismo, voluntad de acuerdo, espíritu constructivo y oídos abiertos para escuchar los planteamientos de los mejores expertos. Nos deja mucho más tranquilos ver involucrados en esto a González, Aznar, Zapatero y Rajoy –personas que no se juegan nada en las urnas– que a cualquier partida de indoctos ebrios de populismo electoral.
Hablamos de las pensiones, pero hay otras muchas cuestiones que requieren autoridad moral y amplios consensos. Podemos constatar que no se estudie a los Reyes Católicos en alguna comunidad autónoma, o que a los alumnos de Canarias no se les imparta la lección de los ríos españoles, porque allí no hay ninguno, pero eso, honestamente, dice muy poco de nosotros como sociedad.
Es una pena ver tanta experiencia inutilizada por incuria, envidias, ignorancia o las tres cosas. No se trata de sustituir a nadie ni de volver al pasado, solo de aprovechar las agendas, los contactos, el conocimiento y las vivencias de aquellos que un día tuvieron en sus manos la gobernación del país. Solo eso. Algo aparentemente tan fácil, pero a la vez tan complicado en este universo cainita y adanista en el que se ha convertido la política. La gran ventaja es que, una vez que dejan la Moncloa, las coincidencias entre ellos superan las diferencias ideológicas, porque el sufrimiento inherente al desempeño del cargo aproxima lo que las siglas, con visión roma y achatada, dividen.
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