Japón se queda sin aliento
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El mejor homenaje a Shinzo Abe es tomar muy en serio las amenazas contra el curso normalizado de las sociedades democráticasEl asesinato de Shinzo Abe mientras protagonizaba un mitin electoral del Partido Liberal Demócrata dejó sin aliento a Japón y desconcertó al mundo. La humanidad entera asiste a una sucesión tal de imprevistos negativos que corre el riesgo de perder pie. Se entiende por civilización ... todo aquello que acota la incertidumbre. La noticia de que un exmilitar de 41 años desempleado abatió con un arma de fabricación casera a una figura clave para la estabilidad institucional de una de las potencias más influyentes, cuando participaba en un acto programado al parecer la víspera, irradia una profunda inquietud.
Que en un país de bajísima tasa de criminalidad, con un control exhaustivo sobre las armas y donde la actividad política partidista acostumbra a desarrollarse a pie de calle alguien decida matar a Abe y consiga hacerlo revela que la seguridad global se encuentra a merced de demasiados exaltados o saboteadores.
No será fácil para la Justicia y los servicios policiales y de Inteligencia nipones determinar los motivos o las pulsiones que llevaron al asesino a cometer el magnicidio. Lo que desatará especulaciones que en nada preservarán la dignidad de la víctima. El propio concepto del 'móvil' del crimen puede perder todo su sentido en una situación así. Especialmente si se incurre en la descripción de aquellas características del asesinado que pudieran ser causa de especial animadversión. Léase su marcado nacionalismo, su negativa a reconocer los excesos cometidos por el Japón imperial contra la población china y la coreana, o su querencia por manejar muchos de los hilos del poder gubernamental tras abandonar la jefatura del Ejecutivo por motivos de salud.
No pueden ser los hipotéticos agravios en los que hubiese podido incurrir la víctima el objeto de preocupación general, y mucho menos de las indagaciones judiciales, sino la existencia o no de un proceder largamente deliberado, la de una conducta bajo disciplina o inducción, incluso la de una trama orientada a la desestabilización de un país clave en la defensa de un orden mundial reglado en el Indopacífico.
Shinzo Abe fue un dirigente singular, tan controvertido por sus inclinaciones revisionistas como eficaz en la administración de los recursos fundamentalmente humanos de Japón. El mejor homenaje que se le puede hacer es tomar muy en serio las amenazas contra el curso normalizado de las sociedades democráticas.
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