Zapatos que no aprietan

En esa búsqueda de dar una apariencia digna y atractiva al borrado de delitos, imagino a los asesores y expertos del multigobierno reunidos en sesudos comités, como los aún no hallados de la pandemia. Supongo que al ser tantos lloverán no tormentas de ideas, sino danas, antes conocidas como gotas frías, nombre coloquial pero más lírico. Revisarán sus apuntes en el capítulo titulado 'cómo utilizar con éxito la propaganda' y encontrarán referencias de sabios que lo fueron en la materia, entre ellos un tal Alfonso Guerra, antes azote de la derechona y ahora abuelete desleal al que los años han nublado el progresismo.

Y pasarán a otras páginas del manual mientras escuchan la voz de fondo de Rufián, que repite aquello que les dijo en el Congreso en la legislatura extinta: «Algún día se les va a acabar la suerte», cuando se quejó de que por enésima ocasión Sánchez no compareciera en la Cámara para dar explicaciones de una de sus decisiones.

Hasta que surja triunfante uno de la tropa asesora que sea de Valladolid y les cuente que en la ciudad, frente al Campo Grande, hubo muchos años una zapatería llamada Calzados Prieto, que a pesar del inadecuado nombre logró hacer llegar al público que sus zapatos no les apretarían. Y ahí se terminó la tormenta de ideas, que llamen como llamen el asunto de la amnistía, muchos se lo van a comprar.