Tren de borrascas

Esta transformación del lenguaje de los hombres y mujeres –antes llamadas chicas– del tiempo viene tan bien como un paraguas con lluvia o una visera en día soleado en esta disparada y disparatada situación política. Que a lo de Pedro Sánchez le va mejor que atraviesa por el epicentro de un tren de borrascas, más que está en fase de nubes y claros, aunque sean nubarrones que se ciernen sobre su cabeza. Y el chorro polar le cae por la frente como un sudor frío que le hiela la legislatura y le mantiene en shock a él, a sus leales servidores de las palmas y a su partido, en una huida hacia adelante que no encuentra fin, para protegerse de su pánico a que le desahucien de la Moncloa.

Y a Feijóo ya le bajó el chorro ártico después de ganar pero no ganar las elecciones y se convirtió en sudoraciones gélidas antes de los comicios en Galicia por la posibilidad de perder la mayoría absoluta, que el travieso de Tezanos auguraba. Lo de que el chorro fuera ondulado lo daba por descontado, que el depende y las oscilaciones están en su naturaleza de gallego.

Ahora sopla el tren de borrascas para acorralar a Sánchez, que saldrá con frases como que al mal tiempo, buena cara, o con la cita de Jorge Manrique «a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor», dirigida a Ábalos, al que después de echarle va a echar de menos.