El supersábado

Y sobre todo, vallisoletano, ni se le ocurra dejar la ciudad para irse al campo o de excursión a otra urbe, que el foco está aquí. Porque es el supersábado que siempre habíamos soñado, el de los Goya, de la manifestación matinal de los indignados por la falta de respeto, así, en general, y el de la previsible protesta de los agricultores. Premios y cabreos cruzados que harán las delicias de quienes decidan quedarse y apalancarse con un bol de palomitas y disfrutar de la programación en sesión continua.

Por eso no entiendo cómo el Ayuntamiento no ha editado y buzoneado un programa de mano para mejor organización de sus administrados en esta jornada mítica. A falta de ese detalle, me arrogo funciones municipales para recomendarles un recorrido, un 'tour del supersábado', que consistiría en: manifa a las 12 horas; vino a las 14; comida; visita de sobremesa a los tractores, si los hubiere; peregrinación desde las 18 a la Feria para coger sitio fuera y ver cómo entran los coches del artisteo al recinto en cuyo interior estará la alfombra roja; de 22 a fin de fiesta, vigilia en la puerta para orar por si sobra y pilla alguna croqueta o similar de los 32.000 pinchos previstos para los invitados.

Un planazo, que podría ser invencible si Sigourney Weaver llegara a la gala en un tractor amarillo, con el alcalde y concejales vestidos de avatar. Ahí el supersábado ya entraría en otra dimensión.