¿Dónde sentaría usted a Bardem en los Goya de Valladolid?

Pero antes de llevarse ese dineral al bolsillo, hay que sufrirlo y responder cuestiones como la que les decía, que es una pregunta trampa de manual. Porque ¿qué contestaría usted? Si abraza el buenrollismo y dice que le acomodaría en sitio preferente aunque no tenga pase, sería un error, y el examinador del casting le aclararía que quien no tiene pase, no pasa. Si responde lo contrario, que le mandaría a la última fila del gallinero, y argumenta que las normas están para cumplirlas, le responderían que ¡hombre (o mujer) de Dios! que es Bardem, amnistiable cien por cien por famoso y por esa cara de pocas bromas. Lo ve, dijera lo que dijera, no acertaría, con la terrible consecuencia de que se quedaría usted sin esa bicoca de trabajo, después del esfuerzo económico que estaban dispuestos a hacer los organizadores de unos premios con tan pocos millones de presupuesto.

Pero imagínese que esquiva la pregunta cepo con una respuesta como esta: «Le diría a mi compañero más cercano que le acomodara, que yo me estoy codeando con Carnero y Puente para que dejen de darse codazos en busca de mejor sitio». Seguro que el entrevistador le daría una de las plazas con un plus salarial de paciencia.