Un rollito de primavera

Esta traición a lo occidental está fundada, como casi todas las felonías de la historia, en el maldito dinero. No sé si en el móvil habrá mucha diferencia, pero en el vehículo es evidente. Y la mejor prueba de esos precios tan competitivos lo acreditan los nervios europeos, que quieren aplicar aranceles a los vehículos eléctricos chinos por el daño económico que ocasionan a sus fabricantes, que se han rascado el bolsillo con inversiones millonarias en sus factorías para enchufarnos los eléctricos a los bobalicones que habitamos el Viejo Continente. Y en este conflicto comercial, como en todas las guerras que en el mundo han sido y son, el pagano perdedor es el pueblo, que en estos asuntos deja de ser soberano. La bofetada en los beneficios de las compañías automovilísticas radicadas en Europa es indudable, porque los coches enchufables no calan por su elevado coste de adquisición y de mantenimiento y los problemas de carga de baterías por la escasez y lentitud de las hermosas electrolineras.

Los coches eléctricos europeos son un rollo caro en verano, otoño, invierno y primavera. Los chinos también son un rollo de cuatro estaciones, pero más barato. Y así no hay forma humana, ni occidental ni oriental, de acabar con los vehículos de combustión, que siguen su florecimiento de buen rollito cada primavera.