El reloj de cuco

La maldita falta de relevo generacional extiende sus tentáculos desde los oficios por cuenta propia a los trabajos por cuenta ajena y no solo los pequeños autónomos sufren sus consecuencias, sino que empresas con empleados de determinados sectores –el transporte con la escasez de conductores– se las ven y se las desean para encontrar trabajadores que cojan el testigo de los abocados a la jubilación.

Pero está la política para aliviar ese problema de la falta de cambio generacional. Aquí hay tortazos a mano abierta para suceder a sus mayores para que no se rompa la trazabilidad de que a un desahogado le supla otro, sin que suframos un vacío de poder que nos conduzca al abismo. Porque en esta profesión, para la que son necesarios los mismos estudios que pudiera tener un gato, los herederos aceptan la herencia sin pestañear, esa que consiste, en términos generales, en el culto y peloteo al líder, callarse la boca y no dar la espalda al compañero de partido para prevenir eventuales traiciones. Requisitos mucho más sencillos que arreglar un reloj de cuco. Y quien quiera saber la hora que mire el móvil.