El planeta de los perros

Las cifras inducen a imaginar este eventual guion del destino del planeta y de la humanidad, porque solo en España hay diez millones de perros, uno por cada cuatro españolitos. Fíjense en ustedes mismos, en sus amigos, familiares o vecinos y comprobarán que la ratio es cierta. Yo la cumplo gracias a Gaspar, un teckel de esos con pelo duro y cara de viejo y que es el perro de mis hijas; vive ahora con una de ellas en Marbella y se pavonea por la zona de playa acotada para uso de los canes, para que luego hablen de perra vida, que, ya ven, no es lo mismo que llevar una vida de perro como la de Gaspar.

Y aún su existencia y la de sus congéneres tiene margen de mejora gracias a la entrada en vigor de la ley de bienestar animal, en la que se les protege a veces hasta la tontuna, con multas tan excesivas que quizá en unos años para quitarlas haya que articular una amnistía o norma equivalente para el mundo de las mascotas, siempre dentro de la recomendable generosidad.

Porque sepan que si entra en una tienda y deja el chucho amarrado fuera –como El último de la fila dejaba el burro en la puerta del baile– le pueden caer hasta 10.000 euros de sanción. Por eso no se haga el Charlton Heston molestón de simios y permita al perro entrar en el comercio, mientras usted le espera atado. Al menos, la multa supongo que así la pagará el perro.