Imagen de la presentación del detector de sarcasmos. DALL-E / U. G
La Canaleja

La máquina del sarcasmo

Una universidad ha desarrollado un detector de sarcasmo, con el noble objetivo de desasnar a quien no comprende las críticas ingeniosas

Jaime Rojas

Valladolid

Sábado, 1 de junio 2024, 08:57

Leo con alborozo que una universidad holandesa ha desarrollado un detector de sarcasmo, con el noble objetivo de desasnar a quien no comprende las críticas ingeniosas o a quien, directamente, no las entiende al carecer de sentido del humor. También con alegría y alboroto ... me entero que ya no es un proyecto piloto, sino una realidad, basada en un algoritmo, esa cosa que permite hallar soluciones sin necesidad de talento personal. La madre del invento, de nombre Xiyuan Gao, explica que los que no captan los comentarios sarcásticos son llamados 'ovejas' y que sus interlocutores, los graciosillos irónicos, son denominados 'lobos'.

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A mí el nuevo ingenio tecnológico me concita miedos, porque lo veo como un peligro para los chistes malos, que tanto unen al mundo entero, ya estés en el lado de las ovejas o en el de los lobos. Porque a quien no le gusta un «Robinsón Crusó y lo atropellaron» o un «¿en qué se parece un toro a otro toro? Pues en toro». Temo también que esta tecnología acabe con el chiste tan celebrado por generaciones enteras, el inmortal de 'mis tetas', o los de mi querido tocayo Jaimito.

Sin embargo, mis temores se diluyen cuando contemplo el invento como una oportunidad para que los políticos de trazo grueso se entreguen a la socarronería, a ser unos estilistas de la palabra, gracias a la utilización del detector para conocer qué es el sarcasmo y convertirse en gente mordaz. Sería cambiar la máquina del fango por la del sarcasmo y, más adelante, por la del mambo. Ya veo a alumnos con muchas posibilidades de progresar adecuadamente, porque al partir de un nivel tan mínimo y simplón cualquier cosita expresada con un poco de sorna les serviría para aprobar. Algo así como el que preguntó en una librería si había libros sobre el cansancio y le contestaron que sí, pero están agotados. Como usted y yo de tanta vulgaridad.

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