El gas ruso de la risa

El asunto es la última de las estrategias de desestabilización y de tocar las narices que ha inventado el Gobierno de Putin y que consiste en bromas, que no lo son, con el objetivo de ridiculizar a instituciones o políticos. Por ejemplo, difunden que un ministro o una ministra va a Segovia y al contemplar el Acueducto asegura «¡qué bonito es Burgos!». Y nosotros creemos que es un zoquete o zoqueta y lanzamos indignados argumentos como que no me extraña que se confunda porque a los políticos no se les exige ni EGB. Pero resulta que no, que ellos no son tan tarugos ni ellas tan marmolillas, y que se trata de un chascarrillo tecnológico de unos rusos guasones, que lo aprendieron en sus vacaciones en la Costa del Sol.

A mí me parece raro que solo con ensaladilla y mantecados de la estepa rusa, o con gas ruso de la risa, esa gente nos supere en cachondeo. Y con el perverso invento de 'jajaganda' el sentido del humor ya parece algo menos saludable, aunque les digo en serio: a quién no le gusta que se burlen de los políticos.