Gallos en el mismo corral

Les diría que invirtieran en bitcoin o criptomoneda similar –por si les sirve, Dogecoin ha pegado un subidón al conocerse la victoria de Trump y que Musk entrará en su gabinete– o sus eurillos, si son más tradicionales, a que la relación de amor del magnate y el archimillonario no va 'palante', que diría Ayuso. Acertarían, según todos los indicios, aunque sean cautelosos que estos tipos son de ir contra las encuestas y los pronósticos.

Porque este dueto rompe todos los esquemas conocidos de la política, en la que acumula muchos triunfos el clásico, muy de Hollywood, de la combinación de poli bueno y poli malo. Es de sobra conocida la exitosa mezcla de Felipe González y Alfonso Guerra, uno guapo y otro feo, uno encantador de serpientes y otro revirado y con culto a la antipatía. Mismo diseño que siguen Pedro Sánchez y Óscar Puente, aunque este dicen que ha roto el croquis porque ahora se arrepiente de sus pecados de la lengua y se ha hecho bueno, para alegría del párroco de su barrio.

En el caso del corral de la Casa Blanca el esquema de polis opuestos se quiebra, que es natural que haya un gallo dominante, con más espolones y testosterona, y otro dominado. Hagan apuestas.