Una persona esconde un paquete de embutido en un supermercado. El Norte
La Canaleja

El caviar de Castilla

El oro líquido que es el aceite de oliva ha entrado en el podio del club de aquello que está bajo llave en los supermercados, que su precio disparado le ha hecho perder la virginidad y endiosarse en el carrito de la compra

Jaime Rojas

Valladolid

Sábado, 13 de abril 2024, 00:30

Cuánto cuesta ese botecito de piñones, que tiene detrás?», pregunté a la cajera de un supermercado. Lo cogió con mimo y contestó: «11,90». Me lo acercó, lo agarré con cuidado y miré que eran solo 35 gramos. Un cálculo más o menos rápido y ... respondí: «Buf, a 300 el kilo». «Más, más», me dijo mientras encogía los hombros y arqueaba las cejas, en un gesto de resignación. Así es la vida, le faltó decir, como hace Isaac, quien pone las esquelas en su página en este diario, cuando contempla su trabajo, en una frase inquietante, pronunciada por quien la pronuncia.

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Pero el caviar de Castilla, que así lo podemos llamar por sabor y deseo y para que su precio sea más llevadero, no es un producto objeto de anhelo entre los hurtadores en los súper, como el aceite de oliva virgen el más robado, junto a los licores y el vino, con los que comparte ahora protección en el cuello de su botella. El oro líquido ha entrado en el podio del club de aquello que está bajo llave, que su precio disparado le ha hecho perder la virginidad y endiosarse en el carrito de la compra.

Les acompañan en la lista de productos ansiados por aquellos de manos ligeras, los ibéricos, las cosas de afeitado, las latas de atún y bonito, los berberechos, la cosmética, el queso, el chocolate y el pulpo –envasado, que si lo coges de la pescadería es complicado esconderlo–, este último también aupado por su precio lanzado. Y en Castilla y León, al furor por el aceite aún no hemos llegado, que nos inclinamos antes por los vinos y los ibéricos, por aquello del maridaje.

Y las mascarillas no han estado entre lo codiciado para pena de la legión de koldos y para alivio de los ladronzuelos, que no les arriendo la ganancia si hubiesen hurtado alguna de las miles de ellas inservibles, que eran sucedáneo de caviar poco recomendable, como los piñones que vienen de pinos lejanos de oriente.

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