![Qué cabrona Candela](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2023/09/01/1470409673-koaG-U21056639774snF-1200x840@El%20Norte.jpg)
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Plantada en la línea del centro del campo, con sus botas amarillas de Reyes, su '10' y un Candela serigrafiado a la espalda, recibió un pase raso y fuerte y con un solo toque de zurda cerrada prolongó el balón. De frente venía como una ... bala otra chavala, que encaró a la portera y marcó un gol de bandera, ante el entusiasmo de una grada entregada en el campo llamado de La Mina, en el segoviano Palazuelos de Eresma, donde el whisky Dyc, para que lo ubiquen.
En el graderío tenía a mi lado al equipo masculino del club, de donde salió un claro y fuerte: «Qué cabrona Candela». Giré la cabeza y uno de ellos le pegó un codazo a su espontáneo compañero, al tiempo que le decía azarado: «Que ese es su padre». Sonreí y con un gesto de aprobación bendije el piropo futbolístico del chaval.
Han pasado unos añitos, que mi Candelita entonces era quinceañera y ahora está al comienzo del maravilloso periplo de su segundo decenio, hecha una gaditanita y con su ingeniería náutica viento en popa. Pero ha venido a mi recuerdo ese y otros partidos, muchos con nieve y todos con el frío entrando a cuchillo desde la sierra de Guadarrama, una espectadora entusiasta. La reciente explosión, en todos los sentidos, del fútbol femenino es la que ha agitado mi memoria y he imaginado ver a la niña en las antípodas, con sus trenzas para jugar y, al final, con la copa en las manos.
Así se lo conté hace unos días, mientras hablábamos de la posibilidad de que este año vuelva a calzarse las botas, allá en su Cádiz. Y claro no pude por menos que preguntarle qué hubiera hecho ante el 'picos' Rubiales, ella que precisamente es amiga de Elena, la de los auténticos picos de pan San Rafael, de Sanlúcar. «Se hubiese llevado una patada en los huevos que se tocó», soltó espontánea. Y pensé pero no lo dije, que soy su padre, qué cabrona mi Candelita.
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