Borrascas retrógradas

Al tiempo que los meteorólogos nos descubrían este término, el BBVA, que también hace sus predicciones, publicaba un informe en el que alertaba que el cambio climático amenaza el modelo turístico en España y que, como la borrasca retrógada, empujará a los turistas desde las zonas mediterráneas al norte y al oeste de la península ibérica. El fresquito ganará al tórrido calor y cargados con sus maletas los viajeros regresarán sobre sus pasos para volver al Cantábrico, cuna del turismo patrio. Volverán los hombres y las mujeres viajeras por donde solían y en los platos de cuchara la fabada, el cocido y el pote se impondrán al arroz, se ponga este como se ponga de meloso.

El clima será así un factor importante en la elección del destino turístico. Pero no se alarmen los amantes del calorcito, de la chancla permanente y de los veranos de sol y moscas, que esta traición al Mediterráneo para abrazar las comunidades cántabras y atlánticas aún tardará en llegar, más o menos como el tren a Extremadura, por poner una medida.

El aumento de temperaturas, de tres a casi cinco grados, está previsto para el año 2100, ese en el que usted y yo tenemos depositadas serias esperanzas. Con este horizonte que nadie cambie de bando y cada mochuelo a su olivo turístico, que así estamos organizados, porque vendrán borrascas antes que el siglo XXII.