El alcalde de Valladolid besa la figura de Goya, el miércoles en la Plaza Mayor. Carlos Espeso
La Canaleja

El beso robado

El último que ha sufrido el mundo cruel de la política es Óscar Puente, que por esas cosas de las urnas va a ser otro quien se lleve la gloria en la gala de los Goya

Jaime Rojas

Valladolid

Sábado, 20 de enero 2024, 00:34

Cuán ingrata es la política, piensan quienes se han dedicado y se dedican al arte de lo posible, definición atribuida a tantos políticos o asimilados, como personas viven de esto sin pestañear. Casos de desagradecimiento a nuestros abnegados representantes de la cosa pública se cuentan ... por decenas, que la política carece de piedad con aquellos que se consagran a ella y con los administrados que pagamos y, al final, los padecemos.

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El último que ha sufrido el mundo cruel de la política es Óscar Puente, alcalde combativo, reconvertido en ministro de verbo excesivo. Pujó por la Gala de los Premios Goya para sacudir el bolsillo de los vallisoletanos con el abono de un canon de 2,5 millones de euros, amén del compromiso de construcción de un auditorio que acogiera a los 2.700 asistentes previstos. Lograda la adjudicación, por esas cosas de las urnas, va a ser otro quien se lleve la gloria, con la posibilidad de lucirse y lucir Valladolid. Y así observo a Jesús Julio Carnero, alcalde por accidente, cómo se prepara para el día en que pisará la alfombra roja, con el despliegue en la calle de paneles con fotografías de galardonados y grandes figuras de Goya, que nunca imaginó que iba a ser icono de una cosa llamada cine y que aún no se había inventado. A una de las esculturas le plantó un beso robado, que podría darle a Puente cuando le encuentre en la gala, si le invitan y va.

Crueldad del yo lo trabajo y tú lo disfrutas que tiene muchos antecedentes en política, como le ocurrió al PP con el Ave a Madrid, que después de poner una y mil primeras traviesas, el corte de cinta con la inauguración del trayecto y de la estación en Segovia fue para Zapatero, también presidente por accidente, y que con su proverbial fortuna viajó en primera con billete de tercera, que decía mi abuela.

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