Absténganse autónomos

La última humillación a estos infortunados del siglo XXI, a quienes les llueven tejas, muchas de punta, es también inmobiliaria, con la discriminación en la búsqueda de un techo para cobijarse, objetivo que requiere buen bolsillo y mucha paciencia para no acordarse de los antepasados de los caseros codiciosos y de los finados de los creadores de la ley de vivienda. Una norma que asegura que regula la igualdad en el ejercicio del «derecho a acceder a una vivienda digna y adecuada y al disfrute de la misma en condiciones asequibles». Muy bonito, hermosa redacción, pero con los autónomos, como casi siempre, desigualdad y agua, mucho agua y goteras en la ley, porque arrendatarios en Madrid ofrecen sus viviendas con un «absténganse autónomos», por aquello de que una nómina vale más que mil negocios.

Este apartheid de inquilinos ocurría hace unos años en verano en Cádiz, donde los propietarios ofrecían algunos pisos con un: «Se alquila. Sevillanos, no». Y claro, me queda la duda de si lo hacían por guasa o por inquina vecinal. Quiero inclinarme por el arte que tienen hasta para hacer negocios que por manías provinciales, aunque «quillo, si no eres sevillano, mejor». Ahora los autónomos son los apestados, las nuevas urracas que, tejazo a tejazo, reciben los golpes, antes de ser arrojados, los desdichados, por el balcón del mercado de la vivienda.