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Las Generales del 23-J y las Europeas del 9 de este mes han acabado de convencer a los que mandan en la sede federal ... del PSOE –cuartel general que le cuida Santos Cerdán a Pedro Sánchez– de que no pueden ir a otras Autonómicas con Luis Tudanca de cartel, aunque se celebren en 2026, que es cuando tocaría, pero que se adelantarán si los independentistas catalanes fuerzan las Generales de nuevo. Ferraz ha sentenciado a su secretario regional, que no líder, después de que, además, su nombre haya sido puesto sobre la mesa junto a los de otros dirigentes socialistas de distintas comunidades autónomas que, al parecer, no habrían sabido quedarse quietos a esperar a que terminaran los cinco días de abril que se dio Sánchez para reflexionar si seguía tras la famosa primera carta a los españoles.
Moncloa ha bajado el pulgar para sentenciar a Tudanca y Ferraz está buscando nuevo aspirante. No se va a decidir nada de esto en Castilla y León. Sobre todo, porque en estas tierras nadie quiere 'comerse el marrón' de ser oveja llevada al matadero, que es como ven en el PSOE regional las próximas autonómicas. El primer paso será el relevo en el cartel electoral y el siguiente, en la secretaría regional. Y el cartel socialista sólo se cambiará cuando Mañueco pulse el botón rojo de la convocatoria electoral. Por aquello de que el efecto sorpresa permita insuflar ánimos a un electorado que, como el socialista de Castilla y León, anda cabizbajo por la nula acción política de su dirigencia y desanimado porque ve cómo la cúpula regional del PSOE se afana por repartirse los pocos sillones que tienen en las Cortes, varios, empezando por el de Tudanca, de a casi 100.000 euros al año. 100.00 euros al año y ni atisbo de hacer oposición a un PP crecido, muy crecido, después de las Europeas, que le han ratificado vencedor menos de un año después de arrebatar a Vox 5 de sus 6 diputados en estas tierras en las Generales.
El efecto sorpresa que amasa Ferraz incluye llevar a una mujer como cartel electoral. Dos nombres, con proyección mediática: la vallisoletana Ana Redondo, ministra de Igualdad, ojo derecho de Zapatero, cuya influencia sobre Sánchez es incuestionable, y ojo derecho de Óscar López, de quien fue vicesecretaria regional en su etapa castellana y leonesa; y Esther Peña, a quien desde los dominios de Cerdán se afanan en promocionar como portavoz federal.
La historia se repite. Tres décadas después, de nuevo el PSOE de Castilla y León buscando un cartel electoral sin defenestrar al secretario regional. Sucedió en 1995, tras la segunda victoria por mayoría absoluta del popular Juan José Lucas ante el socialista Jesús Quijano. Claro que eran otros tiempos, pero mantienen un guion común con los actuales: el PP sigue en la Presidencia de la Junta y el PSOE, en la oposición; el PP continúa ampliando la brecha de votos con los socialistas y Mañueco y su equipo electoral, con el incombustible Pedro Viñarás a la cabeza, echan cuentas de cuánto necesitarán para no depender de Vox y poder pactar con fuerzas como UPL, Soria Ya! o Por Ávila. El sueño dorado de Mañueco: si fue el primero en dar entrada a Vox en un Gobierno, ser el primero en darle salida. Y si enfrente su principal rival está desnortado, abatido y deprimido, miel sobre hojuelas.
Además, el PSOE con claros atisbos de sublevación interna, después del desplante que le hizo hace poco tiempo Tudanca al leonés Javier Alfonso Cendón –secretario provincial y portavoz adjunto socialista en el Congreso– al destituir en el grupo de las Cortes a su mano derecha, Nuria Rubio. Ha habido en los últimos meses movimientos al otro lado del río Cea, límite fluvial entre Valladolid y León, para seguir cavando la tumba política de Tudanca, pero se pararon en seco por la proximidad de las Europeas. No tardarán en volver. Cendón no va a olvidar el desaire de Tudanca.
Pero no le va a venir de ahí a Mañueco el mayor viento favorable en las próximas urnas autonómicas. La decisión de Pedro Sánchez de reconocer una singularidad a Cataluña en materia de financiación va a convertir al presidente del Gobierno de España en el primer mañuequista, en el que más va a hacer para que el presidente salmantino se perpetúe en la Junta y con mejores resultados. Cuanto más favores de Sánchez a Cataluña, más van a crecer –lógicamente– los agravios a Castilla y León y más podrá agitar el PP –con razón– la bandera del maltrato del Gobierno central a esta comunidad. El entreguismo socialista a los independentistas catalanes es un activo político y electoral de lujo para Mañueco y se verá el miércoles próximo en el Debate sobre el Estado de la Comunidad, en el que le va a costar a Tudanca salvar los muebles. La historia se repite. Hace treinta años los pactos de Felipe González con Jordi Pujol fueron un regalo al PP de Castilla y León. Eran otros tiempos, claro, pero el guion parece calcado.
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