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La última vez que Claudia, con apenas 13 años, comentó el uso que hacía del móvil, Internet y las redes sociales aseguró que TikTok, la plataforma en su día llamada a revolucionar el entorno digital, ya estaba «envejeciendo».
Lo mismo se comentó con anterioridad de ... Youtube y más tarde de algunas redes de comunicación como Telegram. En el ciberespacio los productos nacen a una velocidad endiablada, se multiplican de forma exponencial y luego se diluyen en mayor o menor medida hasta alcanzar niveles de inestable estabilidad.
TikTok tiene un punto fantástico si por fantástico se entiende una enorme capacidad de comunicación y un radio de alcance digital que supera fronteras.
Uno de los últimos ejemplos de esa capacidad comunicativa lo ha protagonizado un candidato al 28M en Ponferrada. A falta de capacidad económica para acometer grandes campañas Manuel Ferreiro se ha apoderado de los beneficios digitales para hacer campaña en El Bierzo.
Ferreiro produce 'reels' (vídeos de corta duración) para denunciar situaciones dantescas que se dan en ciudades como Ponferrada. Y así se ha hecho viral atravesando pasos de cebra que llevan directamente a un riachuelo o usando un carril bici que se estrella directamente contra una valla.
–«Y ahora Olegario, ¿qué hago?», se pregunta en cada uno de estos casos.
Su escenografía le ha permitido superar todas las fronteras que de otro modo habrían sido imposibles de alcanzar e incluso un nivel de popularidad impensable para un candidato a la alcaldía sin representación en el consistorio berciano.
Su campaña da idea hoy de dos aspectos capitales. Ya no es necesario acudir a los medios tradicionales para acercar la campaña a los ciudadanos, un aspecto en nada desdeñable, y la exageración también cabe en las redes sociales.
Hubo un tiempo en el que Ponferrada, la misma capital que el candidato radiografía en TikTok, era una especie de salvaje oeste sometido a la dictadura de empresarios de la construcción engrandecidos por su poder mediático.
Ellos ordenaban, mandaban e imponían sus leyes sin pudor alguno. Tanto que se dieron casos que habrían las carnes. Cuando Nevenka, hoy reconocida públicamente, se convirtió en la primera mujer en denunciar el acoso y abuso sexual por parte de un político su caso no tuvo trascendencia local hasta que varios medios nacionales lo habían machacado.
En el terreno local, sometido, silenciado, enmudecido por el poder de un par de secuestradores de la sociedad, aquel asunto fue minimizado como si nada estuviera pasando.
Todo aquello habría sido diferente si por entonces las ventanas de Internet hubieran estado abiertas. Y de ahí su grandeza. Si algo ha conseguido la era digital es arrebatar ese poder casi dictatorial que se impuso en no pocas ocasiones.
Y así hoy, en Ponferrada, se puede aplaudir públicamente a Nevenka, se puede reclamar justicia para Raquel Díaz y, por extensión relativa, también se puede denunciar que un paso de cebra en una carretera local acaba en una acequia.
Esa facilidad para ir más allá de las fronteras, y no es un asunto de menor calado, también puede conllevar riesgos no calculados.
Hoy Olegario Ramón, seguramente uno de los mejores alcaldes de Ponferrada y quien más ha sumado en la transformación de una capital hasta ahora gris poco transparente, se ha convertido en personaje popular con un chascarrillo singular y poco esperado.
Injusto, quizá, pero es lo que tienen las nuevas sociedades digitales.
–«Y ahora Olegario, ¿qué hago?».
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