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De la tierra brota la vida, y las buenas gentes, también. Y a ella se aferran las raíces, que lo hacen con una fuerza descomunal. Entre los surcos también germinan los mejores deseos y afloran las almas. Y entre todo ello, todo un mundo, emergen ... personajes como Matías Llorente, un hombre de campo, un 'animal' político, una figura que marca una época y extiende su herencia vital más allá de lo que se pudiera imaginar.
En su adiós, en su último adiós, con el alma sobrevolando la plaza del Ayuntamiento de Cabreros del Río, en León, la tarde le regaló una tormenta de agua. La misma lluvia que había pedido para el campo, para alimentar sus raíces, llegó mientras él se despedía y aceptaba avanzar hacia su última morada.
Matías Llorente Liébana forma parte de la historia de León por derecho propio, y de la de esta comunidad. Pocos personajes han puesto tanto empeño en recuperar el sector primario, en dar vida a los terrenos muertos y en buscar futuro en la tierra seca y quemada. Llorente hacía posible lo imposible, casi como si realmente fuera un milagro, y así lograba convertir el secano en regadío.
Él, de carácter duro, con colmillo, firme, tozudo en algunos momentos, con el tiempo marcado sobre su rostro, fundó el sindicato agrario UGAL-UPA cuatro décadas atrás pero su mundo, sus mundos, se multiplicaron con una actividad extraordinaria en todos los frentes.
Fue sindicalista, concejal, alcalde y diputado desde hace décadas y su figura siempre estuvo definida por ese descomunal empeño en conseguir que un hombre de campo, un agricultor, se convirtiera en un ejemplo político, en ese animal político al que todos se referían. Y siempre desde la Diputación Provincial, una institución tibia en algunos aspectos pero de enorme capacidad colaborativa, en el seno del Palacio de los Guzmanes.
Sin embargo, y como él siempre había advertido, lo que más le gustaba era «estar con la gente del campo. En el campo se respira aire puro y todo se ve de otro modo. La gente de campo suele ser noble, trabajadora, directa y clara, muy clara. Se nos entiende muy bien lo que queremos decir porque siempre hablamos muy claro. Sin tecnicismos, hablamos para que nos pueda comprender a la primera», reconocía.
Si algo marcó su trayectoria política fue el tesón. Tesón sin descanso, con una entrega extraordinaria, el tesón, la fuerza y el empeño «de las gentes del pueblo».
Directo como pocos, sereno en ocasiones y rabiosamente radical en otras, él tuvo por costumbre enfrentarse a las injusticias. Incluso hubo un tiempo donde fue el principal azote frente a Isabel Carrasco, aquella mujer que no tenía el más mínimo problema en destrozar todo aquello que saliera a su paso y eso mismo suponía un impedimento. Pero aquella era una guerra tan difícil que incluso tuvo sus momentos de debilidad.
Luchó contra Franco, también, contra aquel «fascismo total y absoluto», aquella dictadura que sometía al pueblo como si fueran hormigas, y siempre tuvo la sensación de que había una buena razón para vivir y una mejor razón para pelear hasta morir.
Se ha ido Matías Llorente, orgullo de la tierra leonesa y del campo leonés. Con sus detractores, claro que sí. El grano y la paja comulgan de mala manera cuando llegan a la criba en una tarde de verano. Él, que salió de la tierra, a ella regresa dejando tras de sí un rastro inolvidable.
«Se va un hombre que nunca olvidó aquello que el campo necesitaba», se aseguró en su funeral. Y en ese momento comenzó a llover sin descanso.
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