Trabajadores en un gulag de la época de Stalin.

Nicolás

«Queda, en todo caso, el ejemplo de Nicolás, el ejemplo de quienes nunca se han rendido y de aquellos que jamás entregaron su orgullo y sus ideales»

J. Calvo

León

Lunes, 27 de marzo 2023, 00:36

Hay historias que, quizá, nunca deberían perderse en el tiempo. Su rastro, el de quienes las han protagonizado, forman una parte nuclear del recorrido histórico de todo un país. Ellos, desaparecidos, fueron el ejemplo de la dignidad, la valentía, el orgullo y el buen hacer.

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Nunca se rindieron, nunca sobrevivieron, tuvieron como fin vivir con dignidad y morir con orgullo. Hay quienes, sin embargo, jamás podrán contar algo así. Vivir y morir sin caer de rodillas es tan difícil.

En ese marco se encuentra la figura del leonés Nicolás Díez Valbuena, maestro nacional nacido en Vega de Gordón y fallecido en la Unión Soviética en 1942, país al que viajó junto con otros maestros y educadores al frente de la evacuación conocida como 'Niños de Rusia', que partió desde el puerto gijonés de El Musel en septiembre de 1937.

La evacuación, que se prolongó durante veinte años debido al estallido y desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, ocasionó una deriva insospechada en la vida de niños y educadores. Díez estudió para ser maestro y, con el estallido de la guerra civil, zarpó junto a su esposa Caridad Luege Aldea y su hija enfermera, Dulce María Díez Luege.

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Así lo ha recordado la pasada semana la fundación Sierra Pambley, en la que se ha presentado el libro que narra su historia, 'Nicolás Diez Valbuena, memoria incompleta de un maestro'.

Sus pasos vitales son un resumen de la tragedia que su generación tuvo que vivir encadenando los conflictos bélicos español y europeo del convulso siglo XX.

Al estallar la guerra civil, se puso al servicio de las autoridades republicanas en Asturias, siendo destinado a un comité de transportes y participando en trabajos de fortificación en la zona de Llanera, mientras su mujer Caridad Lueje proporcionaba comida y alojamiento a los milicianos, y su hija, Dulce María, estudiante de enfermería, prestaba atención a los heridos.

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Socio de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, formó parte de la evacuación de niños que partió del puerto de El Musel de Gijón, el 24 de septiembre de 1937, en el buque 'Dairiguerrme. Eran más de mil niños entre los 3 y los 15 años que, acompañados de varios maestros, fueron acogidos como exiliados en Leningrado, recibidos con flores y globos.

En las duras condiciones de Leningrado durante la II Guerra Mundial, trabajó como maestro en la Casa nº 9, uno de los dieciséis internados que acogieron en Rusia y Ucrania a los hijos de los republicanos, los denominados 'niños de Rusia'», hasta que una denuncia anónima, generada en la atmósfera estalinista, le atribuyó «actitudes antisoviéticas» y provocó su detención.

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Aunque no se han podido esclarecer todas las circunstancias, porque la documentación sigue hoy clasificada, se sabe que el expediente se tramitó en español y que la denunciante fue una mujer, previsiblemente una funcionaria de los servicios secretos soviéticos.

Detenido junto a otra profesora española y enviado al Gulag, trasladado de un campo de concentración a otro en las duras condiciones del «cerco de Leningrado», Nicolás Diez Valbuena fallecería ese mismo año en un lugar indeterminado a causa de una neumonía.

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La mayor parte de la narración anterior se corresponde con la aportación de la fundación Sierra Pambley, otro ejemplo de dedicación cultural y entrega. Queda, en todo caso, el ejemplo de Nicolás, el ejemplo de quienes nunca se han rendido y de aquellos que jamás entregaron su orgullo y sus ideales. La historia reconoce el mérito: morir con dignidad siempre es saludable.

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