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La vida se resume en minúsculas historias, en no pocas ocasiones tan enormes que llegan a parecer insignificantes. La vida, extraordinaria, se condensa en quienes siempre han tenido como aspiración descubrir y vivir la felicidad desde el más profundo anonimato.
Es el caso de Emiliano ... González 'Nano' y 'Toña' Castañón. Ellos con el paso de los años visiblemente marcados en su rostro, siempre fueron de la mano, desde muy niños. Les unió su propia existencia en el primer momento. Apenas eran unos bebés, cuando salieron de la cuna para refugiarse en una cueva próxima a su pueblo, la localidad leonesa de Valverde de Curueño.
Era el final de la dolorosa guerra civil y las casas, de madera, paja y barro, ardían en llamas a escasos metros en medio del avance de un frente de batalla y la batida en retirada de los milicianos. Un desastre, pero con sus letras mayúsculas, un infierno del que por momentos parecía imposible salir.
Entonces, con las cenizas volando por los aires, todos los vecinos del pueblo se metieron bajo la tierra, bajo las rocas del 'Rollo', un espacio que daba techo, humedad y frío con la misma intensidad. Allí se guardaba la vida y los recuerdos como si todo ello fuera un tesoro. En medio de las bombas y el odio, era el mejor refugio para sobrevivir y poder salir hacia adelante.
«Los que vivieron aquel drama siempre nos han dicho que por las noches se oían los llantos de los niños y las voces de mi padre que, con tres años, ajeno al drama, pedía a su madre que le diera sopas para comer», recuerda Miguel, uno de los hijos del matrimonio.
En aquella España rural llena de gente y vacía de los mínimos recursos, con las fuerzas vivas vigilantes, 'Nano' y 'Toña' aprendieron todo lo necesario para vivir con dignidad en medio del caos, sobrellevando la desesperación, se limpiaron las lágrimas y sonrieron siempre que pudieron.
El pasado fin de semana el matrimonio celebró sus 65 años de unión. Él, con sus 88 años y ella a sus 87. La vida, con todo, les ha regalado diez hijos (Nieves, Miguel Ángel, Santos, José Emiliano, Arancha, Concha, Marta, Javier, Paz y Raquel) y un río vital en cuyas aguas se ha entremezclado la ilusión y el trabajo sin descanso.
No es fácil sacar adelante diez vidas desde la humildad y la honradez. Eso sí, haciendo siempre jornadas eternas, de sol a sol. El marido labrando la piedra como cantero y armando mil obras como albañil, la mujer trabajando el campo sin descanso y manteniendo en pie los pilares de la familia y de la casa.
Ellos son un ejemplo: «A los veintipocos años comenzaron a formar una familia numerosa: 10 hijos, 11 nietos y tres biznietos. A pesar de las dificultades, muchas veces a contracorriente, aceptando las vicisitudes de la vida como retos, todos estos años han tenido más de dicha que de desdicha, más de gozos que de sombras y más de salud que de enfermedad», resumen sus hijos.
Su historia, es el reflejo de la vida, de la España humilde y serena que trabaja sin descanso para sacar adelante sus vidas, de las personas que hicieron del esfuerzo su razón vital. Tantos momentos vividos sirven de ejemplo a una sociedad escasa de valores y de vivencias.
'Nano' y 'Toña' compartieron hace unos días el mejor reflejo de su experiencia vital: fueron ovacionados por sus hijos, por una familia orgullosa de quienes le dieron la vida haciendo frente a retos que parecían imposibles, insuperables en ocasiones.
Ellos, son la vida y su mejor resumen.
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