Feve, la vieja red Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha, nació a trompicones. Esa red ferroviaria, cuyo atractivo turístico resulta incuestionable, tuvo su germen en la necesidad de llevar carbón a los Altos Hornos. La industria, por entonces, era una cuestión capital.
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La línea de mayor ... longitud que poseía la compañía sigue manteniendo hoy 330 kilómetros y es el conocido como Ferrocarril de La Robla. Fue (o es) una línea su desarrollo viajero se multiplicó a medida que el transporte de mineral hasta la siderurgia vizcaína reducía su importancia y cedía terreno.
De aquellos trenes envueltos en hollín se pasó a otros con bancos de madera y más tarde a líneas eléctricas dispuestas para conectar las capitales con el mundo rural. Y de ahí, a la nada, o a la miseria más absoluta. Al menos, en el caso de León.
León es el mejor ejemplo del indecente olvido institucional hacia una línea que en su día desbordaba por su interés industrial en primer término y social, un poco más tarde.
La 'vía estrecha' en la capital se mantiene en un punto muerto desde el 19 de septiembre de 2011, cuando la estación de Matallana dejaba de escuchar el sonido de los trenes, que desde esa jornada se detienen en el apeadero de La Asunción, junto a la Universidad.
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Entonces se argumentó que se trataba de un parón temporal que debería extenderse durante poco más de un año hasta concretarse un proceso de integración ferroviaria que rompería barreras y alcanzaría una inversión total de 70 millones de euros.
Pero aquella integración nunca integró nada, absolutamente nada. Fue un proyecto inservible, que se ha vuelto insoportable para los vecinos de la zona y los usuarios de este medio de transporte. Ahora PP y PSOE se acusan mutuamente de torpedear el proyecto, que ha pasado por el gobierno central de ambos partidos.
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En concreto durante 6,4 años de gobierno del PP tuvo responsabilidades de ejecutivo que le podrían haber permitido desbloquear la situación. No ocurrió.
Durante otros 4,7 años el PSOE ha ejercido responsabilidades en Transportes a nivel nacional, pero tampoco se ha desbloqueado la situación. De ahí que la normativa para el uso urbano de la línea siga hoy en el dique seco.
La realidad ahora es que León cuenta con un tramo urbano ferroviario o tranviario sin uso y sin posibilidad de desarrollo.
La aprobación de una moción presentada por el PP en el Senado para 'desatascar' Feve y su proyecto de integración en la ciudad de León se suma a una larga lista de buenas intenciones sin posterior realidad efectiva.
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En la Cámara Alta sus representantes respaldaron el pasado miércoles con 112 apoyos, 142 abstenciones y un voto en contra una propuesta para instar al gobierno a alcanzar una solución final a un desastre tranviario imposible de ver y de conocer en cualquier otro punto de la geografía nacional. Es fantástico cuando se pregona en el desierto. Puro teatro.
Nadie por el momento ha querido encontrar una solución efectiva para Feve, nadie se ha comprometido con la recuperación de esa infraestructura y quienes ahora denuncian su situación tan solo agravaron la misma cuando estaban ejerciendo el poder en la función pública.
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Y así pasa el tiempo, mientras el horror de una enorme cicatriz en el centro de una ciudad se extiende en el tiempo sin visos de solución y sin intención alguna para remendar lo ocurrido.
Visto lo visto solo queda por concluir lo que hoy es real: todos contra Feve, que se consume más allá de la sobreactuación política.
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